La paciencia es la madre de la ciencia, caracterizándose el método científico por dar espacio a: la prueba, el error, la comprobación y la pausa. Paciencia tenemos los ciudadanos al ir a votar, al ver nuestro voto en manos de la fuerza política elegida, sin poder hacer nada al respecto sobre su destino.
La política no se caracteriza por la paciencia de la ciencia. Impulsada por las prisas, por el resultado inmediato, sin dar cabida a la comprobación y el error, nos conduce a la insatisfacción de los ciudadanos. Este laboratorio de los distintos Parlamentos y ejecutivos nacional y autonómicos, no es una escuela de pensamiento, ni de ideas que resuelvan los problemas sociales.
Ayer, se aprobó una ley, que hoy se modifica por ideología. El pragmatismo científico da paso al interés del bloque ideológico en el poder. En la ciencia el interés son los seres humanos, en contraste con el mundo político. El estrés es el verdadero protagonista en los políticos, transmitiendo esta actitud al ciudadano corriente. En los debates, se quitan la palabra entre ellos, sin esperar un turno de réplica, que se produce en el arco parlamentario gracias a la moderación del presidente(a) de la cámara. La anulación del comentario del opositor es el objetivo, sin dar cabida a su pausa y comprobación, en aras a una aproximación entre ellos.
Con estos mimbres, es bastante improbable que disfrutemos los ciudadanos de los resultados que se producen con la ciencia. Las prisas, que siempre son malas consejeras, junto a la repercusión mediática, son el denominador común en este mundo político. Estamos abriendo una nueva legislatura, y la tensión entre los dos bloques ideológicos para conformar la mesa del Congreso se palpa en el ambiente, siguiendo el guion de sus predecesoras. Este laboratorio, sigue sin caracterizarse por la paciencia necesaria que precisamos los ciudadanos, para dar solución a nuestros problemas y demandas. El “corre, corre”, nos está llevando a un callejón sin salida. Lo vamos a comprobar en breve. Precisamos con urgencia otra nueva forma de hacer política en los políticos, tomando como referente el laboratorio científico.