La actual ministra de Hacienda lo tenía fácil para ser mejor que sus antecesores (Montoro, Salgado y Solbes) pero sus actos la han llevado a ser peor. Lo cual era muy difícil.
Ahora mismo Montero está inmersa en lograr ser la coordinadora del PSOE andaluz, lo que, a todas luces, la llevará a ser la próxima candidata de su partido a presidir la Junta de Andalucía. No hay nada malo en la ambición, siempre y cuando no se sustente en los recursos de todos los españoles, porque, y permítanme esta duda, ¿Va a ser una ministra ecuánime cuando tiene objetivos partidistas?
La propia ministra, como un buen trilero, ha jugado con la deuda de Jaén para que un partido localista apoye al PSOE en una moción de censura. En otras palabras, los jienenses han puesto precio a su Ayuntamiento: 500 millones. Por cierto, Jaén ha sido la primera ciudad donde ha ido a pedir avales ¿Quién va a negar su apoyo a la mujer que les ha comprado el bastón de mando? Si esto es lo que ha hecho por una alcaldía que no le beneficiaba directamente, ¿qué no hará por llegar a San Telmo?
Montero no es solo la ministra que llegó a decir "Chiqui, 1.200 millones no son nada", sino que ha defendido el mayor caso de corrupción de la historia de España, el caso de los ERE de Andalucía, que se tradujo en la malversación que el PSOE andaluz (Chaves y Griñán entre otros) hizo de 800 millones para generar una red clientelar. Juntando todo esto, y más muestras de partidismo que ha dado, la duda está más que justificada.
Lo grave es que ella es la responsable de los Presupuestos Generales del Estado, la mayor herramienta de gasto público de España. Un presupuesto que se puede modificar (y aún no tenemos aprobados los del 2025). A ella no le costará incrementar las partidas hacia Andalucía retrotrayéndolas de Comunidades menos afines como Madrid, La Rioja o Murcia y de provincias en las que el PSOE no saca muchos diputados como Burgos, Cantabria o Huesca. Me encantará ver las explicaciones de los socialistas de estas regiones cuando esto suceda.
Existen personas que para prevenir la posible falta de ética de la ministra le piden que dimita si consigue llegar a presidir el PSOE de Andalucía. Y luego estoy yo, que espero que tenga los dos puestos. No porque haya que darle el beneficio de la duda (ella ya ha demostrado, más allá de toda duda, lo mala ministra que es), sino para descubrir cuán bajo puede caer.
París bien vale una misa ¿Y cuánto vale Andalucía? Sea el precio que sea, lo pagaremos todos, porque Montero ya no piensa en nosotros, sino en su futuro.