O Pardo, como prefieran.Un peculiar sujeto que, haciendo honor a su apellido, no deja ocasión para actuar por nombre, por devoción y malas lecturas, para arremeter contra cualquier bípedo pensante y crítico con la historia que no pudiera ser coincidente con la que él bebió en sus libros simples llenos de simplezas. Los que están escritos para los crédulos creyentes como él mismo, siempre dispuestos a aceptar sin rechistar los cuentos chinos de las verdades únicas. Los que, sin duda alguna, dividen la historia entre los buenos y los malos. Los míos y los otros.
Pues bien, este hombre simple, de ideas simples, a estas alturas de la historia y por si no hubiera llovido suficiente tras la caía por ejemplo del muro de Berlín, entre otras mil cosas desenmascadoras de la gran estafa del comunismo, parece como si estuviera cúal perro Pointer, en continuada muestra ante cualquier “pájaro” dispuesto a volar con ruidos políticos diferentes a sus dogmas.
El, tan capaz de pasarse la vida entre las terrosas y pardas trincheras, como de vivir entre el olor a naftalina de sus lecturas de partidista historia y siempre con su patética hemianopsía ( la ceguera o falta de visión que afecta únicamente a la mitad del campo cerebral, que decimos los médicos).
Una ceguera mental, si se me permite, tan extendida en una de las mitades de este país, tan capaz de creerse cualquier mentira o como de perdonar hasta a los suyos cualquier amnístia como otro atropello o asociación con malhechores si hiciera falta.
De sobra sabemos desde Bergamín que montones de cerdos siempre viven con el anhelo de poder llegar algún día a ser sobresalientes jabalíes y, mientras tanto, no dudan en hacer carrera viviendo de su oficio de ilusionistas históricos, intentando dar todas las razones históricas a los ilusos tan capaces de creer sus palabras como de hacerles pasar por un personajillo, héroe vengador sui géneris, de sus anémicas razones.
Así es que a base de repetir mentiras y mentiras o torticeras razones de consumo doméstico, se nos van pasando los años leyendo lo que nunca deberíamos haber leído, a pasar de que sus esforzados padres pensaran en su momento que, educándolo entre los Salesianos, podrían enderezar su futuro. Pues bien, el hombre, no sólo salió de derechas, sino que, desde entonces, no ha parado de derrotar por el pitón izquierdo, contando la historia única que conoce, aunque pudiera hasta contravenir algún juicio de valor de su amado Orwell sobre el comunismo y lo que haga falta.
Y lo hace desde años, con el mismísimo desparpajo con el que Su Sanchidaz puede decir mentira tras mentira. El uno, creyendo que es “el puto amo”, nivelazo de Gobierno, y el otro, viniendo desde la noche de los tiempos diciendo a los cuatro vientos que es periodista, cuando en Huesca todo el mundo sabe que no pasa de ser un “subalterno delirante”, que diría el gran Ionesco.
Las formas de conducirse y ser de los zurdos...el otro día, al nieto inteligente y despierto de unos amigos, le llevó el profe con su clase a enseñarles nuestro querido Parque, y ante su monumento/grupo escultórico central, el profe, otro hombre zurdo, no tuvo inconveniente en presentárselo como “el monumento al culo”, por aquello de una de sus imágenes, a lo que el listo nieto de mi amigo, acabó diciéndole... ”No, mire usted, este es el monumento de los caídos por Dios y por la Patria, al que después se ha reformado para dedicárselo a los Oscenses muertos en guerra”.
Mire, señor Pardo, mientras usted crecía entre desahogados y bienolientes Coloniales, tuve que sufrirme una difÍcil infancia por mi tierra, porque al ingenuo de mi abuelo Luis se le ocurrió fundar el Psoe en 1931 por allá y luego tuvo que sufrir campos de concentración y penales, como mi propio padre.
Pero ellos, por contra de usted, no sólo fueron unos crédulos idealistas que jamás vendimiaron ningún poder, sino que además, en los ratos libres entre sus penalidades, me enseñaron que era necesario el tener una gran memoria para el olvido, como medio para vivir en paz con uno mismo y con los demás. Lo mismo que toda la gente inteligente y generosa de la Transición supieron y quisieron legar a España, no como Su Indignidad procura.
Ah… y no olvide que la más desvergonzada de las arrogancias es el que unas personas pretendan poner en evidencia a otras.
Hemos callado durante años y años mientras leíamos de usted lo de siempre, su infantiloide odio hacia los otros, sus bravuconadas de “pseudoperiodista” combativo, intentando aparentar destrezas históricas que hacen llorar.
Decía Borges... ”Uun troglodita lanza un grito y no sucede nada. Otro lo lanza y sí afecta los demás ¿porqué?. Ah, nadie, nadie, sabe como ocurre eso….no siga haciendo el troglodita!.
No sea tan cansino y dogmático a estas alturas de la historia.
Sin ningún aprecio.
Atentamente, suele decirse.