Cuando se habla de Venezuela y de la dictadura del chavismo que ha exacerbado Nicolás Maduro, bien por cansancio, bien por saturación de la opinión pública cuyos cauces no son amplios y se atiende al día a día y al mandato de la noticia diaria, bien por lo ya sabido sin novedad, siempre sale algún sector diciendo que eso está muy lejos y que no interesa. Lo cierto es que se habla de ocho millones de emigrantes o exilados, de más de una decena de miles de detenidos y maltratados y de algunos asesinatos en una dictadura del estilo de la cubana, donde no parece viable que valgan o se pongan excusas tipo boicot norteamericano.
Es el sistema del cielo comunista quien ha llevado la miseria a ese país que tenía prosperidad y estaba emergiendo hacia el desarrollo, quien ha conseguido justo lo contrario de lo que se predicaba. Es una realidad constatable comprobar la miseria y los tonos autoritarios y fascistas que ha traído Maduro, con la comprobación del enriquecimiento de las cúpulas de su poder, empezando por la familia Chávez y la propia de Maduro, y siguiendo por la vinculación con los cárteles de la cocaína, que tantísimo dinero aportan a quienes la trafican y la distribuyen, lamentando que no se reduzca su consumo.
Es fácil recabar a través de internet noticias de lo sucedido, aun contando con la labor de desinformación existente, para darse cuenta de la tragedia que ha sucedido en un país de tantas riquezas materiales y de tantos vínculos con España desde siempre, incluyendo la acogida a muchos exiliados de la guerra civil y a sus familias, y a tantos emigrantes.
Se ha publicado un libro de Javier Moro, narrando la aventura del exalcalde de Caracas Leopoldo López que un buen día fue detenido y en un juicio farsa fue condenado a catorce años, estando casi cuatro años aislado en la cárcel de Ramo Verde y luego encerrado en su casa, y más tarde asilado en la embajada española, pudiendo escapar más tarde para ahora vivir en España, contando con la importante colaboración y movilización de su esposa Lilian Tintori, auténtica esposa coraje para la liberación de su marido.
Raúl Morodo y familia, como vinculados a la embajada española, sabrán de las relaciones que hubo entre el gobierno de Rodríguez Zapatero y el chavismo, con la empresa petrolera estatal (PDVSA) mediante, con suicidio del jefe de la empresa incluido, o bastará recordar antes las operaciones de Bono con la venta de armamento y su tecnología, que tanto irritaron a los estadounidenses como dueños o inventores de dicha tecnología. Son alguna muestra de las noticias que tuvieron más resonancia. Las cosas se olvidan siempre enseguida, pero suelen ir encadenadas, una detrás de otra. Atendiendo al símil de Alfonso Guerra, cada rodaja del chorizo va seguida de otra y otra. Basta poner en internet “Raúl Morodo y Venezuela” o entretenerse en buscar información de la Venezuela de Chávez y Maduro, para empezar a tener una larga serie novelada, donde el relato parece inacabado. Y como siempre, cuentas y dineros, lejos del fisco, precisamente los llamados a dar ejemplo y los encargados de la “pedagogía” y el ejemplo político. Pero la verdad, despacito, siempre se va haciendo camino hacia la luz. La novela es siempre la misma, mezcla narcotráfico, poder, dinero, corrupción, terror y crímenes en una selva que parece invadir el mundo entero.
Zapatero que ahora se entretiene en su partido con sus mítines interesados, como si fuera un tutor de su presidente, sabe mucho de sus mediaciones venezolanas. Con sus numerosos viajes y gestiones, cuyos efectos han servido de nada para traer la libertad y la democracia a Venezuela. El escenario tiene tendencia creciente a polarizarse y radicalizarse, lo que indudablemente les conviene y les mantiene alerta para mantener el exclusivo monopolio del poder sin oposición alguna.
La situación me recuerda parte de los tiempos del estalinismo cuando empezaron a llegar noticias de sus crímenes y desmanes a Francia y una buena mayoría de intelectuales proclives no creía nada, miraba para otro lado, empezando por Jean Paul Sartre, dejando aislado y solo a Albert Camus en su denuncia. Las maquinarias de propaganda siempre han sido muy eficaces. Ahora alguna parte de la izquierda extrema en España calla, otorga, consiente, cuando no aplaude y justifica. El camino del partido de Sánchez, con la mediatización de Zapatero, titubea y parece llevar el mismo recorrido. Se usa la democracia solo si conviene. Todo responde a intereses. Recuérdese que los asesores de Chávez crearon de la nada el partido Podemos como soberbio tinglado populista.
El caso en Venezuela es que convocadas elecciones sin calendario, ni garantía alguna, a la opositora, la señora María Corina Machado, que ganó unas primarias, la han inhabilitado para que todo quede en casa y se haga a gusto del dictador, que cada día se rodea de más pompa y boato, riéndose de su pueblo y del resto de América y Europa, con la intervención de todo su tinglado populista que ha corrompido la judicatura y todas las instancias del Estado.
Y todo con la tibia anuencia de la Unión Europea, y de USA, que parecen no enterarse del viento que sopla por todos lados, empezando por José Borrell que da una imagen de despiste y titubeo, y de estar atado en sus gestiones y pasos.