Siempre hay “ganancia de pescadores”.
Me viene a la mente este dicho recordando una situación que viví cuando apenas apuntaba el covid. Todavía no nos habían secuestrado en nuestras propias casas cuando ya se hablaba que habría que llevar mascarillas.
En una tertulia con un grupo de amigas comenté que alguien se enriquecería con ellas. Una farmacéutica del grupo apuntó que habría que vender muchas para enriquecerse por su bajo costo.
Todavía estamos escuchando las noticias que nos informan de cómo se enriquecieron algunos sin necesidad de venderlas. O al menos, no al “por menor” como lo hicieron los diferentes establecimientos a los que correspondía su venta.
Hoy estamos viviendo una crisis terrible en muchos pueblos del levante español a causa de los efectos de la dana, y una de las primeras noticias que se han escuchado ha sido sobre el latrocinio que estaban cometiendo algunos individuos que se aprovechan en los ríos revueltos, y no precisamente robando comida para ir sobreviviendo, sino artículos de marca con quien sabe que aviesas intenciones.
Estamos viviendo unos días de “río muy revuelto” y me temo que más de uno sacará tajada de esta situación, y no solo los ladrones de poca monta como los apuntados anteriormente.
Hay gente que tiene una facilidad asombrosa para detectar situaciones susceptibles de ser aprovechadas para incrementar su patrimonio personal y, por supuesto, saben aprovecharlas caiga quien caiga.
Espero de todo corazón que sean los menos y que yo tenga que arrepentirme de lo que he escrito.
Y me alegraré infinitamente si puedo decir que los que se han comportado solidariamente son todos, y que los robos efectuados en los primeros días han sido solo un episodio insignificante en medio de tanto dolor y devastación que han vivido nuestros hermanos de Valencia, Castilla la Mancha y otros más que no salen en las noticias. O al menos, no tantas veces como éstos.