¡Siéntete libre! Esas fueron las palabras de Javier García Antón cuando le comenté mis intenciones sobre lo que iba a ser este artículo de opinión en El Diario de Huesca. Esas palabras reflejan bien lo que en este Diario que nace, aunque en realidad renace, es y quiere ser representando en tu persona. Me permito dirigirme directamente a ti, Javier, en esta que espero sea solo la primera de muchas intervenciones y con permiso del resto del equipo. Quizás por esas palabras que me impulsan a escribir desde allí, desde el corazón que todo lo puede y desde ese sentimiento de libertad para expresarme. He tenido la gran fortuna de conocerte y, como muchos oscenses, compartir contigo muchos momentos en los últimos años en los que has llevado a Huesca por bandera; tú, que te has definido como oscense de corazón y que de sobras has demostrado. Con una cultura, una sabiduría, una escritura y una palabra envidiable, has sabido poner letra y orden a mucho sentimiento, realidad y verdad, como solo los grandes profesionales y personas pueden hacerlo.
De un modo lejano pero al mismo tiempo muy cercano, quizás por esas grandes bondades que nos ofrece la empatía, fui observadora de ese proceso, de ese camino psicológico que recorriste y que tan magistralmente recogiste en tu diario, que espero poder ver en un futuro libro, por lo que para otras personas puede suponer de ayuda, de poner palabra a la emoción, a la tristeza, la angustia y la ansiedad, tan difícilmente descriptibles para muchos. En todas y cada una de esas palabras, en todos y cada uno de esos paseos por Huesca y su entorno en los que te apoyaste para describir esos estados emocionales, estabas construyendo algo nuevo, grande, indestructible. Hay algunos caminos en la vida que es necesario recorrer para poder resurgir de las cenizas y tú lo hiciste. Cuando algo se rompe solo tenemos dos caminos; o tirarlo a la basura o reconstruirlo a partir de sus trozos. Romperlos todavía más para ver sus partículas imperceptibles hechas cenizas, es solo para valientes; describirlas y llevarlas a palabras es de sabios; reconstruir y resurgir de ese proceso psicológico, es de grandes; mostrar las cicatrices al mundo y presumir de ellas, es de personalidades fuertes y que se saben en la verdad. Solo los mediocres ven en la vulnerabilidad la debilidad. Bien sabes que en ella está precisamente tu fortaleza. Y es esa la que estoy segura que has llevado e impregnarás en este Diario, que no nace, sino que renace en su nombre y titular tras casi un siglo de su desaparición.
“Sentirse” libre no significa “ser” ni “estar” libre. Quizás no seamos ni estemos tan libres como nos gustaría, atados por las circunstancias de la vida misma; pero lo que nos da la verdadera libertad es ese sentimiento que nace de dentro, de verdad, de justicia, respeto y equidad y que solo saben los que han pasado por ese camino y proceso psicológico necesario para sentirlo así. Sabrás y sabréis encontrar las palabras para hacer de este Diario ese referente para ello en el que mirárnoslos lectores y encontrar esos valores, porque de ellos estáis sobrados, pero sobre todo sois profesionales de esa gran profesión que es el Periodismo y la Comunicación. Espero y deseo que eso sea lo que os acompañe en este camino siempre para que podáis poner voz y letra a la información veraz, plural y libre y pongáis a la profesión en el lugar que le corresponde, lejos del intrusismo atroz que bien entiendo también por el que sufrimos en mi profesión. Ser profesional de la comunicación es asumir esa gran responsabilidad que bien recoges en tus escritos, desde ese gran conocimiento y desde ese gran maestro guía que referencias pero en el que tú ya te has convertido.