Recientemente hemos asistido a un intercambio de reproches entre los principales partidos consecuencia de una moción presentada por el de la oposición en el Senado para instar al Gobierno central a redoblar los esfuerzos respecto al proyecto de la Travesía ferroviaria por los Pirineos Centrales, la reapertura del ferrocarril de Canfranc y la agilización del Corredor Cantábrico-Mediterráneo.
Ciertamente por el partido de oposición se manifestó un gran enfado por los hechos, máxime después de que en la jornada del 27 de febrero, en Canfranc, se puso de manifiesto ante una representación de eurodiputados la necesidad de impulsar estas infraestructuras, para posteriormente por parte del partido del gobierno mostrarse críticos ante esa posición, solicitando la retirada de la moción al considerar que no debe mezclarse la reivindicación de estas infraestructuras ya que ello podría ser perjudicial para su conjunto dada la contestación social que existe en parte de ellas, principalmente en Francia.
Analizado el contenido de lo expresado, sin entrar en discusiones ni confrontaciones políticas, se considera que por ambas partes existen ciertas imprecisiones en los planteamientos que convendría descifrar y matizar.
La TGC-P forma parte de la red global, por lo que no tiene sentido solicitar que se incluya en la red de transportes europea ya que está recogida en el Reglamento (UE) 2024/1679 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 13 de junio de 2024, relativo a las orientaciones de la Unión para el desarrollo de la red transeuropea de transporte, como un “proyecto” en la Red Global, por tanto ya está en la red de transportes europea. También figura en el reglamento (UE) nº 913/2010 sobre Red ferroviaria Europea para un transporte de mercancías competitivo, y que no ha sido derogado. Ello fue constatado en la reunión de Canfranc por el vicepresidente del Parlamento Europeo que indicó que forma parte de la red global y por tanto se pueden solicitar fondos para su financiación.
Sí se debe actuar ya, y no esperar, como más adelante se indica, a que como se manifestó en aquella reunión se encuentren opciones financieras para un nuevo formato a partir de 2028. Hay que ponerse de acuerdo e intentar acelerar esta inversión poniendo sobre la mesa su necesidad.
El ferrocarril de Canfranc y la TGC-P son actuaciones que podrían complementarse, por lo que no es incompatible la demanda de ambas, incluso a la vez, ya que son infraestructuras diferentes. La primera sería de tráfico mixto, siendo su reapertura una cuestión de “justicia”, y la segunda preferentemente destinada a mercancías, siendo obligatoria su construcción por cuestiones logísticas y estratégicas. Lo sería, no sólo para el transporte de mercancías propiamente dicho que descongestione los tráficos de los extremos de la Península Ibérica sino para atender su incremento a medio plazo (una previsión de más del 36%), reequilibrar las conexiones de la Península, que ahora es casi una isla, con el resto de Europa, mejorar la logística, contribuir a la reducción de emisiones al aumentar las posibilidades de utilizar este modo de transporte y cumplir con los objetivos de la Unión Europea de que, para el año 2050, el 30 % de las mercancías se transporte por ferrocarril, hecho éste que no se podrá alcanzar sin un nuevo corredor.
En definitiva se trata de integrar con estándares de calidad la RED Ibérica en la RED Europea. Además en la nueva situación geopolítica que se ha planteado, España aspira a ser desde el punto de vista militar un centro logístico en el sur de Europa por lo que es imprescindible proporcionar una vía de comunicación fluida, rápida y de fácil operabilidad y gestión. De esta forma contar con otro corredor ferroviario, como infraestructura de doble uso civil-militar, es una necesidad estratégica para la península Ibérica que reforzaría la seguridad en Europa
Por tanto, no se comprenden posturas como la de que no es momento de desviar la atención y centrarse en el Canfranc, ni afirmaciones, que en parte son ciertas, de que en 2013 hubo un cambio en los criterios de repercusión de los mapas de infraestructuras de la red transeuropea de transporte, ya que ello fue debido al abandono, por parte del Gobierno de España, del apoyo al eje 16 que hizo que la Comisión europea pasase la TGC-P de la Red Básica a la Red Global.
El Corredor Mediterráneo, como ya se ha dicho en artículos publicados en otras ocasiones, no va a resolver el problema dadas las dificultades de su funcionalidad, con tráfico mixto de pasajeros y mercancías, existencia de tramos sin doble vía, tercer carril,…que genera innumerables incidencias como estamos viendo sucede constantemente en Cataluña al compartir vía las cercanías, media distancia y alta velocidad. Sí resulta sin embargo procedente reclamar agilizar el corredor Cantábrico-Mediterráneo dado que el tramo Valencia-Zaragoza comparte conexión con la TGC-P.
Ante estas circunstancias, es hora de solicitar financiación en el mecanismo “Conectar Europa” y que la propia Comisión Europea ha indicado que se puede utilizar el marco financiero plurianual para infraestructuras de doble uso (en este caso de la TGC-P mercancías, civil, y militar) aunque se haya agotado el presupuesto específico para este fin. No debe caer en saco roto la previsión europea de incrementar la inversión destinada a la movilidad militar y los gastos anunciados en defensa y seguridad para hacer frente y protegerse ante la nueva situación geopolítica, que si se marca un objetivo mínimo del 2,5 % serían más de 2.000 M€/mes. Por ello debemos aunar esfuerzos y dejarnos de rencillas ancestrales para entre todos alcanzar un objetivo común.
Estas posturas no son nuevas por parte de los distintos intervinientes, ya en 2023 hubo otro encuentro en el Patio de la Infanta en Zaragoza sobre el mismo tema y el asunto descarriló en reproches entre los eurodiputados de los diferentes signos. Hemos de enmendarnos y caminar juntos. La TGC-P es un corredor ferroviario de futuro (2040), estratégico y necesario que además permitirá desarrollar nuestro potencial logístico. Se trata de un proyecto de país, no de un grupo político por lo que no debemos ser irresponsables y los que tienen potestad para tomar decisiones serán responsables de ese “coste de no hacer nada”. Con motivo de la situación en Ucrania, válido para la presente argumentación, escribía José Ignacio Salafranca que hemos de trabajar con liderazgo, visión, ambición y determinación para ser capaces de preparar el futuro, que como decía Víctor Hugo, es lo inalcanzable para los pusilánimes, lo desconocido para los temerosos y una oportunidad para los valientes.