Solemos creer que hay cosas que no importan, que no hay nada malo detrás; y, sin embargo, todo deja su poso. En la sobrevalorada década de 1980 hubo un programa de televisión: “La bola de Cristal”, donde un personaje (una bruja) cuando hacía algo malo gritaba “¡Viva el mal!¡Viva el capital!”. Equiparando el capital, o el capitalismo, al mal.
Durante años nos han vendido una imagen de los banqueros como personas que buscan su beneficio y por ello ponen tipos de interés tan alto y evitan dar prestamos a las personas que lo necesitan. Décadas señalándolos como los enemigos, para que cualquier acción que se haga desde los gobiernos contra ellos sea aplaudida por los votantes, cuando la realidad es todo lo contrario.
¿Buscan su máximo beneficio los accionistas de los bancos? Sí, pero (y aquí una gran revelación que muchos niegan), TODOS buscamos nuestro máximo beneficio. Trabajar menos y cobrar más. Da igual que se sea un asalariado, un empresario pequeño, un gran empresario o el que vive de ayudas del estado. Y para conseguirlo hacemos una cosa: salir al mercado. Vendemos lo que tenemos (nuestro trabajo, bienes o servicios) y lo hacemos a quién más nos ofrezca.
Todo esto viene a colación de la creación de un nuevo impuesto a la banca. Para quien no lo sepa, los beneficios que obtiene el sector bancario están gravados a lo máximo permitido por la ley del “Impuesto de Sociedades”, en otras palabras, no hay ninguna otra empresa que pague un tipo más elevado. Y a pesar de todo ello María Jesús Montero se ha inventado otro impuesto.
Los ministros de Pedro Sánchez han salido a defender este nuevo gravamen atacando a los bancos. No dan ni un solo argumento técnico o económico, pues si lo hacen saben que cualquier persona con sentido común podría ver que mienten. Tan evidente es que este impuesto es un desastre que ya han salido varios bancos a denunciar su inconstitucionalidad.
Las consecuencias de este impuesto son obvias y claras. El coste del impuesto se trasladará (parcial o totalmente) al precio de las operaciones, es decir, lo pagaremos los clientes de los bancos. Pero no todos los clientes. Las grandes empresas que tienen poder de negociación con el banco no se verán afectadas, pero las pymes, los ciudadanos de a pie (aunque sean ricos), en definitiva, todos nosotros, veremos cómo las puertas a la financiación se nos cierran. Da igual que sea para comprar una casa, para abrir un negocio, para poder permitirse un coche o afrontar esos gastos imprevistos que suelen aparecer. Los económicamente débiles, lo serán aún más.
No es nada nuevo lo que cuento aquí, el consejero de Caja Madrid que nos gobierna, Pedro Sánchez, lo sabe y no le importa que esta medida afecte a la clase baja y clase media.
Al final, “La bola de Cristal” tenía razón, ha ganado el mal. Han ganado los políticos que arruinaron las Cajas de Ahorros en el 2008. Han ganado los políticos que emiten deuda pública a unos intereses altísimos retrotrayendo la inversión de la economía privada. Han ganado los políticos que piden a la Caixa dinero para financiar el Máster de Begoña Gómez. Han ganado los malos. Y ha perdido la nación.
Sólo hay una solución para evitar y revertir esta situación. Gritar, hoy más que nunca: ¡Viva el Capital!