Hoy lamentamos la pérdida de Pascual Hereza Cortés, un hombre bueno, trabajador incansable, alegre a pesar de su apariencia seria y con un gran sentido del humor. Un humor somarda, inteligente y muy aragonés.
Su dedicación incansable y compromiso con lo público dejan una huella imborrable en quienes tuvimos la suerte de compartir su vida laboral. Su pasión por el trabajo y su integridad lo convierten en un modelo a recordar y a seguir.
Seguro que muchos contribuyentes de esta provincia le recordarán tras su poblado bigote y su intensa mirada intentando resolver los asuntos catastrales, el IBI o, mejor, ese impuesto tan personal que era "la contribución" en la tercera planta del edificio del ministerio de Hacienda .
Fue un precursor de ideas que hoy parecen modernas: atención personal o acercar la administración al ciudadano y todo con el sentido común, el rigor y la seriedad de un buen funcionario, así como también un buen compañero de trabajo.
Pero, por encima de todo, Pascual irradiaba su gran amor por su mujer Sofía y por sus hijos y nietos. Recordar a Pascual sin Sofía no tiene sentido, ella ha sido la mejor compañera y su mayor apoyo.
Descansa en paz Pascual, nos dejas un vacío irremplazable, te recordaremos siempre. Y como la canción de tu admirado Labordeta, Pascual, Pascual, tú a lo tuyo que es trabajar...
Gema T. Pérez Ramón, Nieves Arbús y Ana Mora