Ni el frío polar ha podido con las ganas de un grupo de intrépidos asistentes que este domingo ha decidido embarcarse en una experiencia muy singular: el espectáculo “Aerolíneas”. Con un pasaporte lleno de historias y un equipaje repleto de humor, los actores Kike Lera y Elena Gómez Zazurca han transformado las calles del casco antiguo de Huesca en una pista de despegue para las leyendas y tradiciones más curiosas de la ciudad y su entorno.
El evento ha comenzado con una parodia digna de cualquier aerolínea low cost. Con boarding passes imaginarios y pasajeros “reubicados” en autobuses, patinetes o vaya usted a saber dónde, los artistas han roto el hielo (casi, porque hacía un frío que pelaba) y han arrancado risas de un público que no sabía si abrocharse el cinturón o calentarse las manos. Desde este improvisado vuelo, los espectadores han sido invitados a despegar hacia un recorrido teatral que prometía más giros que una montaña rusa.
El punto de partida ha sido la Catedral de Huesca, el corazón histórico de la ciudad, donde los artistas han desplegado todo su ingenio. Entre chistes sobre los iberos que "hacían cerámica mejor que las influencers con arcilla", o la anécdota de la mezquita "tan bonita que los cristianos no pudieron evitar destruirla", la historia de Huesca se ha contado entre carcajadas, asombro y, sobre todo, mucho arte. Y ojo, que aquí no ha faltado el momento de pique sano: “El altar de Forment aquí es más bonito que el del Pilar de Zaragoza”.
Tras abandonar este punto y desplazar a toda la comitiva a un lateral del templo, Kike Lera y Elena Gómez han narrado una leyenda sobre Pedro Saputo, el espabilado de Almudévar, que fue elegido para llevar tres higos tamaño melón al mismísimo Rey. Pero claro, siendo quien era, no iba a hacer las cosas a lo fácil. Con un par de chistes (y un par de higos menos), Pedro ha convencido a todos, desde los guardias hasta el mismísimo monarca, de que la genialidad también cabe en una cesta. Y si no, que se lo pregunten al Rey, que acabó pidiéndole consejos de Estado y encargándole bollos para la próxima visita.
Con cada anécdota y guiño al público, “Aerolíneas” ha demostrado que la historia no solo está para aprender, sino para disfrutarla. El frío ha pasado a segundo plano gracias al calor de las risas, y los dos artistas han ido desgranando todo su repertorio con una chispa que ni el más serio de los historiadores podría apagar. Cuando se viaja con tanto talento, ni el frío ni la gravedad pueden impedir el despegue. Qué vuelen muchas propuestas más de la mano de Kike y Elena.