Antonio Lobo: "Con medidas preventivas se podrían evitar muchos casos de alzhéimer"

El profesor emérito de la Universidad de Zaragoza y psiquiatra puntualiza que no todas las dificultades cognitivas derivan en demencias

07 de Enero de 2024
Carmelo Pelegrín y Antonio Lobo.

Las dificultades cognitivas son un signo de alerta y deben conducir a buscar ayuda y tomar medidas oportunas lo antes posible, pero, en el caso del deterioro leve, es fundamental comprender que hay muchos casos que no progresan a demencia, por lo que no es necesario generar una excesiva inquietud.

El catedrático de la Universidad de Zaragoza Antonio Lobo Satué apunta esta cuestión y destaca también la importancia de implementar medidas preventivas cuando se dan estas situaciones. “Si se combaten los factores de riesgo, con el ejercicio físico e intelectual, y el control de la hipertensión, la obesidad, la diabetes, la depresión y la ansiedad, "se podrían evitar muchos casos de alzhéimer, hasta un tercio".  No obstante, el experto subraya en relación a esa expectativa que seria preciso "erradicar todos esos factores, lo cual no es una tarea sencilla".

Antonio Lobo revisó recientemente en el Campus de Huesca los conocimientos científicos más novedosos sobre la pérdida leve de capacidades cognitivas relacionadas con la memoria, el lenguaje o la resolución de problemas, su prevención y afrontamiento y su posible relación con demencias como el alzhéimer. Estuvo acompañado de Carmelo Pelegrín, profesor de la Facultad de Ciencias de la Salud y del Deporte y psiquiatra del Hospital Universitario San Jorge, y la sesión se enmarcó en el ciclo de ponencias divulgativa de los Profesores Eméritos de la Universidad de Zaragoza.

El cuadro diagnóstico específico del deterioro cognitivo leve afecta a facultades como la memoria, la capacidad del lenguaje y la resolución de problemas, entre otras. 

El profesor observa que, en el ámbito clínico, es el sentido común el que determina el límite entre el deterioro cognitivo leve y los fallos propios de la edad avanzada, además de la observación de la bajada en el rendimiento en pruebas conocidas, como el examen cognoscitivo Mini-Mental, que es ampliamente empleado a nivel internacional. "Además, es crucial destacar que, en el deterioro cognitivo leve, no debe haber un deterioro significativo de la capacidad funcional del individuo. Si este deterioro funcional está presente, se estaría hablando más bien de una demencia".

Pero, ¿cuándo acudir a un especialista?  "En primer lugar, unas familias se preocupan mucho y otras se preocupan poco; y hay personas que se dejan aconsejar y otras, que no se dejan. Una recomendación sencilla es que, cuando estén inquietas y vean alguna clara muestra de pérdida de facultades, acudan al médico de familia", señala el experto.

El médico de familia será el que sospeche de verdad si hay un problema que debe consultarse al especialista, o por el contrario, si merece la pena esperar y estudiar la evolución para ver si efectivamente se va deteriorando.

En la población general, el deterioro de funciones cognitivas es frecuente. Un estudio realizado en Zaragoza en una determinada población apreciaba una serie de características diagnósticas en un 8 % de esas personas. Sin embargo, de este porcentaje, sólo el 15 por ciento derivó hacia una demencia, en el plazo de cuatro años y medio. "Por tanto, una falsa alarma es algo que se debe evitar y no crear problemas innecesarios", estima.

Frenar un deterioro cognitivo no es una tarea sencilla, pero el profesor subraya que siempre se pueden adoptar medidas higiénicas y de salud pública que considera fundamentales, como mantener el ejercicio intelectual en lo posible y controlar los factores de riesgo tanto vasculares, como la obesidad y la diabetes. Son factores de riesgo que hay que intentar evitar. La depresión también es un tema muy frecuente que debe ser abordado.

Antonio Lobo, en su reciente visita a Huesca.

Antonio Lobo explica que en un estudio internacional, en el que han participado numerosos países, se ha documentado que es importante tratar la hipertensión también en esta etapa de la vida, "porque disminuye el riesgo de demencia", y esta tesis se puede aplicar también al resto de los factores de riesgo indicados.

El alzhéimer es la demencia más frecuente, seguida de la vascular. Ésta se produce por falta de riego sanguíneo y se relaciona con la arteriosclerosis, entre otros factores. Después, hay una larga serie de enfermedades neurológicas, incluyendo el párkinson, que pueden producir desde deterioro cognitivo hasta demencia.

"El deterioro de la memoria es más típico del alzhéimer, y aunque el deterioro cognitivo global es muy similar, en las demencias vasculares las áreas afectadas dependen de dónde haya tenido lugar el infarto cerebral, y podrían afectar a la capacidad ejecutiva, la coordinación motora y la orientación, entre otras", explica.

Para descartar la posibilidad de otras demencias, como la demencia frontotemporal o la de cuerpos de Lewy, se requiere un estudio más específico, ya que cada una tiene características distintivas y un tratamiento particular, aunque en todos los casos el abordaje es difícil.

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