Apoteosis, el 40 Aniversario del Club de Amigos de Salesianos en Huesca en una palabra

Dos días de intensos lazos entre cientos de personas de la comunidad entre la celebración, la fraternidad y la fe

11 de Diciembre de 2022
El Club de Amigos, una piña que ha emocionado en su cuadragésimo aniversario.

"Cuando hace 40 años empezamos el Club Amigos, no podíamos imaginar todo lo que iba a pasar luego. Recuerdo perfectamente cuando un sacerdote salesiano, Jesús Lacuey, nos dijo a dos jovencísimos salesianos clérigos, Benito Sanz y un servidor: Tengo una idea en la que quiero que me ayudéis: un club de Tiempo Libre para chicos y chicas. Usaremos la sala de juego de abajo y haremos socios. Y añadió: “Le llamaremos Club Amigos, como en Tarrasa”. Jesús había llegado de Tarrasa hacía unos meses y Benito y yo habíamos vivido con Jesús en esa ciudad dos años antes, cuando hicimos el noviciado. Recuerdo hasta el lugar donde me lo dijo: la cristalera junto a la iglesia, después de desayunar".

Josan Montull, en el Teatro Salesiano que ha sido ágora de tantas y tantas de sus retóricas brillantes, empezaba este sábado por el principio, por los buenos principios, su alocución. Primero, la incertidumbre, "pero luego la masa de chicos y chicas que empezaron a llegar fue impresionante", curiosamente cuando en las matrículas de los salesianos no había niñas. "Fue un aliciente –¡para qué negarlo!- con nuestros preadolescentes del entonces 7º y 8º de EGB". Pronto, 200 socios con carnet que entregaban para que se les prestaran juegos, teníamos que sellar cada mes a la vez que pagaban cinco duros. "Pronto dejamos esta práctica pesadísima".

Jesús Lacuey marchó a Madrid el curso siguiente y llegó Ángel Asurmendi, "un auténtico don Bosco que jugaba con los chicos, salía al teatro, iba de excursión, celebraba misa, animaba Pascuas, jugaba al fútbol, cocinaba divinamente…y se hizo muy amigo de todos. (hoy es mi mejor amigo).  Con él montamos por primera vez algo que sería distintivo del Club Amigos: las Colonias. La primera la hicimos en Plan. Se preparó todo en 15 días…Con las Colonias, el Club Amigos adquiere ya un carácter muy especial".

La fase siguiente era la de responder a la necesidad de monitores. "Teníamos que contar con jóvenes que educaran a otros jóvenes", y el voluntariado ha permitido que "hoy somos lo que somos". Más de 30 monitores y 20 voluntarios adultos fijos, para atender a 300 socios de 9 a 17 años. Josan Montull ha enumerado los grupos de IEF para la reflexión sobre la fe, la ludoteca, las acampadas, salas de juegos, fiestas, torneos... Una programación inacabable..

El sacerdote ha considerado el Club "un auténtico milagro", que consigue que los viernes sean continuidad de la semana para variar el chip y vivir un ambiente pleno de virtud. Ha agradecido el valor de los monitores, de los voluntarios, de los salesianos, a los amigos de Barasona en Monzón, de los de Trobada, los de Zaragoza...

Prosigue. "Así como no podemos entender a don Bosco sin Jesucristo, no podemos entender el Club Amigos sin una experticia de amistad con Jesús. Los grupos de IEF, los momentos de fe, las Pascuas, las Convivencias, la misa de cada sábado son elementos insustituibles. Si algún día esto falla, el Club desaparecerá. No se trata sólo de entretener a los chavales, no es “que estén en un lugar donde les cuidan” ya hay otros sitios para eso. El Club es un Centro salesiano. Pase lo que pase, estén los monitores que estén, la identidad cristiana es para nosotros un distintivo".

La evolución es tan vertiginosa que es difícil adivinar el futuro, igual que hace cuarenta años era inconcebible semejante movimiento. "De lo que no tengo duda es de que, si somos fieles al carisma de don Bosco y si seguimos apostando por un voluntariado generoso, el Club tiene más futuro que pasado. Don Bosco tenía sueños premonitorios, era un gran soñador de lo que le ilusionaba…sus sueños –con trabajo y tesón- se hacían realidad. Somos los hijos e hijas de un soñador. Atrevámonos a soñar en un Club Amigos grande, apasionante, renovado. Seamos soñadores…por de pronto, preparemos ya un Diciembre de 2032…celebraremos las bodas de oro, los 50 años. A esa fecha, quedamos emplazados todos".

APOTEOSIS

Los dos días de celebración del 40 aniversario del Club de Amigos Centro Juvenil de Salesianos se definen en una palabra: apoteosis. La deificación de los héroes entre los paganos. La trascendencia de dos días maravillosos llamados, por las circunstancias, a mirar hacia el cielo y traer una parte del cielo en la que están Dani Gómez y Alfredo Callén hasta las instalaciones en las que tanto gozaron en su juventud cercenada demasiado pronto. Pero también trascendencia (el que escala de los límites naturales) por la inspiración de Don Bosco, por la fraternidad de los jóvenes, por la convivencia de las famiilias.

La palabra es de Josan Montull, especialmente dotado para la transversalidad y la transgresión cuando es precisa. Emocionado por esa Misa en la que se recordó a los dos chicos embajadores del Club de Amigos en los predios celestiales y a todos los que han integrado e integran la comunidad salesiana en Huesca, en Monzón y en Aragón.

En el 40 Aniversario, no ha faltado nada, ni siquiera un baile que ha llevado hasta las 1:30 horas de la madrugada de este domingo con el Trío Deno, que por cierto también es muy salesiano, con los hermanos Sierra Luna (sobrinos queridísimos del añorado Carlos Luna) y Correia. Cientos de personas animados con una música espléndida, o al menos así ha sonado a un auditorio especialmente predispuesto para la alegría de la vida.

Han sido dos días en los que el voluntariado ha lucido, curiosa paradoja ellos que son tan discretos y que dan todo sin pedir nada. Impresionante su esfuerzo para servir los bocadillos de jamón en el hasta siempre a Dani y Alfredo. Delicioso en la paella de Pichetas para 140 comensales este sábado, como si no hubiera sido suficiente el aperitivo a la salida de la mesa. Y luego la cena previa al baile, un energizante, con adultos y adolescentes inasequibles al desaliento y al descanso. "Gente maravillosa", como la define Josan. Y esa sesión en el teatro -tan bien currada por Alfredo y Selma, dos ángeles terrenales- con el Himno a Don Bosco, con palabras que recorren todos los rincones, intervenciones emotivas. Y esa despedida que no es despedida. ¡Hasta siempre! Que es por siempre y para siempre. Desde ya mismo. Felicidades, Club de Amigos, Felicidades, Salesianos. Las familias se distinguen en todas las facetas de la vida. Pero en la alegría es donde refuerzan su identidad.

 

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