La Archicofradía de la Vera Cruz pide colaboración para un gran libro sobre la Semana Santa oscense

La institución celebró el sábado la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz con una homilía presidida por Vicente Jiménez, administrador apostólico de la Diócesis

17 de Septiembre de 2024
Loren Lairla en una de las lecturas con el administrador apostólico de la Diócesis y sus compañeros oficiantes de la fiesta de la Archicofradía en Santo Domingo y San Martín. Foto Carlos Jalle

La Archicofradía de la Santísima Vera Cruz de Huesca se ha embarcado en la ardua tarea de recoger y recopilar la memoria de los más de cinco siglos de trayectoria, que es tanto como asegurar que será el patrimonio de los recuerdos documentales y vivos de la Semana Santa oscense. En torno a la celebración de su festividad, que es la de la Exaltación de la Santa Cruz, el 14 de septiembre, ha lanzado un mensaje a la ciudadanía en general y a los estudiosos en particular para concentrar todos los conocimientos sobre la ejecutoria del organismo eclesiástico para escribir su historia.

El objetivo de la edición de un libro consiste en la recuperación de todos los aconteceres de la Archicofradía. Colateralmente, en el horizonte la pretensión de la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional, que exige publicaciones de calidad en torno a la Semana Santa de Huesca.

Los mayordomos Primero y Segundo, José María Río y José Luis Gómez-Mairal, definen la finalidad de esta edición: "Tener un libro de 'biblioteca', digno en todos los sentidos de tener en las salas públicas o en nuestras casas para "orgullo de los oscenses".

A tal efecto, se ha iniciado ya la estructuración de la búsqueda y procesamiento de todo el material disponible y el que puedan aportar los ciudadanos que tengan en su poder documentación. Una primera parte, de 1500 a 1830, ya se está comenzando a analizar. De 1830 a 1880 no hay material de actas oficiales, y son precisamente "años fuertes, los de Celestino Vila". Otra etapa es de 1880 a 1940, tiempos de los pasos de Coscolla, pasados ya los de Marqués.

Aunque todavía no está por definir, habrá apartados específicos además de la narración de los anales, como el del Paso del Ángel que dio tanto que hablar o las músicas con partituras como la de los ministriles para la Dolorosa, la del Perdón de José María Lacasa o incluso contribuciones de Antonio Viñuales, recientemente desaparecido.

La Archicofradía quiere meter todos los huevos en la misma cesta en cuanto a la aportación de recursos, y espera que haya respuesta de Ayuntamiento, Diputación, Universidad o Instituto de Estudios Altoaragoneses. El carácter coral de la obra también involucra a "todos aquellos que tengan documentos, escritos o fotografías. Los cuidaremos mucho, pero harán un gran servicio a su ciudad".

LA FESTIVIDAD

La Iglesia de Santo Domingo y San Martín fue el escenario el sábado de la celebración de la Fiesta de la Exaltación de la Cruz que es la festividad de la Archicofradía de la Santísima Vera Cruz, presidida por don Vicente Jiménez con los sacerdotes titulares de la parroquia encabezados por el párroco y prior, Fernando Altemir.

El administrador apostólico de la Diócesis recordaba la celebración de la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, "la Pascua de la Cruz", fiesta de la Archicofradía de la Santísima Vera Cruz de Huesca, en la que "recordamos a los cofrades difuntos que se durmieron en el Señor y que desde el cielo se asocian a nuesra fiesta".

Remembraba el nacimiento de la Archicofradía hacia el año 1500 en el Convento del Carmen de la Observancia y, después de pasar por las Miguelas y las Capuchinas, fue trasladada en el año 1865 a Santo Domingo y San Martín en la que reside su sede canónica, siendo obispo Basilio Gil. La finalidad de la Archicofradía, agregaba el administrador apostólico, es fomentar la devoción a la Pasión del Señor Jesucristo y a su Santa Resurrección, "organizar las procesiones y actos de la Semana Santa en Huesca, y promover la vida cristiana de los cofrades según la mente de la Iglesia, con una visión caritativa y social. Tenéis cinco siglos de historia y esto os debe llevar a mantener viva la tradición, a hacer memoria agradecida del pasado, a vivir con pasión el presente y a proyectar el futuro con esperanza".

Vicente Jiménez proclamó que en la Cruz está la salvación, la vida y la resurrección. "En medio del desierto se levantó un estandarte con una serpiente para que quien había sido mordido por la serpiente la contemplara y se salvara de la muerte", según se explicó en la primera lectura. "En medio de la humanidad, se levanta hoy la Cruz de Jesús para que, quien la contemple con el corazón contrito y adorante, se salve", y citó el Evangelio de San Juan. "Jesús reina desde la Cruz con su amor".

"Refulge el misterio de la Cruz, en que la vida padeció muerte y, con su muerte, nos dio vida". En la Cruz se revela "el inmenso amor de Jesús a los hombres" y el amor al Padre, con el que se "hizo obediente hasta la muerte, y una muerte de Cruz". No fue la suya una obediencia ciega, sino "un acto libre de amor filial al Padre. Nadie me quita la vida, dice Jesús, yo la doy libremente". Monseñor Jiménez recalcaba que Jesús dio la vida por nosotros y recibió el dolor y la maldición del pecado.

Tras recalcar la ternura y la caridad, continuó con un discurso de alto contenido teológico. "Dios es amor. Por eso comprendemos que la historia verdadera está dominada por Cristo con el signo del amor... Dios reina desde un madero, el madero santo de la Cruz. Dios reina desde el trono de la Cruz con su amor". No es un signo "dolorista o masoquista", sino un mensaje triunfal de amor.

La Cruz, iba culminando el prelado, es símbolo universal de paz, amor y entrega por los demás. "No ofende a nadie, hace bien a todos. El crucifijo es un símbolo del Evangelio, y el Evangelio no ofende a nadie. Es bueno aprender las lecciones que nos da la Cruz, la lección del perdón, la lección del amor de Dios al pecador, la lección de la dignidad humana, la lección de la solidaridad con todos los crucificados de este mundo y de todas las víctimas de la tierra".

Al alba tercer día, la Cruz 'reventó' en vida y en resurrección, explicaba el jerarca. "El amor no podía quedar estéril, el amor no es infecundo, el amor es siempre vida. La Cruz es luz" y es misterio hasta la eternidad. "Al adorar la Cruz, al venerarla como haremos esta tarde, nuestra oración no se acaba en la Cruz, sino en Cristo. Él nos ha redimido, nos ha comprado con el precio de su Sangre preciosa".

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