Ayerbe se ha vuelto a vestir de historia y devoción para acoger la decimonovena edición de “La Enclavación”, una representación que este año ha reunido a más de 150 participantes entre actores, figurantes, técnicos, organización, y agrupaciones musicales. Se cumplen ya 25 años desde aquella primera puesta en escena que, lejos de perder fuerza, se reinventa cada año con más actos y una implicación cada vez mayor de la comunidad.
La medianoche marcó el inicio del vía crucis viviente, con la salida puntual desde el ayuntamiento. Un silencio estremecedor envolvía la escena mientras Jesús de Nazaret, portando la cruz, avanzaba hacia el calvario escoltado por una cuadriga de romanos, las tres Marías y Juan. El sonido del arrastrar de la cruz sobre el suelo, junto a la tenue luz de las antorchas portadas por vecinos ataviados con vestimenta de época, crearon una atmósfera cargada de solemnidad y recogimiento.
Las cofradías participantes se incorporaron a la procesión desde el mismo punto de partida, precediendo la marcha hasta llegar a la plaza Ramón y Cajal, abarrotada de público. Allí, en un escenario iluminado únicamente por antorchas, se representaron todas las caídas, momento que emocionó profundamente a los asistentes. Simón de Cirene ayudó a Jesús a cargar la cruz, y en la última caída, Verónica le secó el rostro en una escena cargada de simbolismo y emoción.
La representación alcanzó su punto culminante con el momento de “La Enclavación”. El estruendo del mazo golpeando los clavos, el crujir de la madera al alzar la cruz y el eco de las siete palabras de Jesús resonaron con fuerza entre los asistentes. La escena se tornó sobrecogedora: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”... “Todo está consumado.”... “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Con estas palabras, Jesús expiró, y el ambiente se quebró en un estremecimiento generalizado, acompañado por truenos, relámpagos y la actuación dramática de soldados romanos y fariseas.
El acto prosiguió con la conmovedora escena del descendimiento, seguida de “La Piedad de la Virgen” y el solemne “Entierro del Señor” en el santo sepulcro. Todo ello acompañado por las voces del Orfeón Reino de los Mallos, que añadieron una dimensión aún más emotiva a la recreación.
La jornada culminó con la tradicional rompida de la hora, a cargo de todas las bandas participantes: la Cofradía de la Preciosísima Sangre y Banda de Tambores del barrio San Lorenzo de Huesca, la Cofradía de la Sangre de Cristo de Ayerbe y el grupo de matracas y carraclas de Alcalá de Gurrea. El acto finalizó con un toque individual de cada banda en la plaza y un desfile por las calles de la villa, cerrando con solemnidad y emoción la decimonovena edición de “La Enclavación”.
Una celebración viva, arraigada y multitudinaria, que año tras año convierte a Ayerbe en escenario de una de las recreaciones más sobrecogedoras de la Semana Santa aragonesa.