Vamos al famoso chiste universal: ¿Sabes cómo puedes meter cuatro elefantes en un Seiscientos? La respuesta más extendida es de perogrullo: dos delante y dos detrás. La versión de la comunidad vecina introduce otros protagonistas, en concreto cien catalanes, y la contestación es "echando un duro dentro", y para salir: "Diciéndoles que es un taxi". El supuesto de quienes tienen ocho apellidos vascos es más racial: ¿Cómo introducir a cien euskaldunes en el 600? Pues excitando su hombría: ¿A que no hay huevos?
Un vasco, Iván, y dos oscenses, Carlos (El Palmar, Casa Juan, La Cantina) y Víctor (Bazul) han escogido muy meditadamente (sin necesidad de 'testiculina') el local más pequeño de Huesca, el más antiguo establecimiento de chucherías de la marca Capazo, para habilitar una vermutería transgresora en la que los cuerpos de los clientes se adentran con la promesa de una oferta de vanguardia al más viejo estilo de siempre (paradoja virtuosa). De esos bares que ya no hay y que se convertían en el segundo templo dominical después de la Misa.
Es curioso porque fue la noche la que alumbró la idea. Iván, bilbaíno que libó las mieles de Madrid y acabó inclinándose por la calidad de vida prometida por su esposa oscense, era encargado de un establecimiento de ocio nocturno en Huesca, sector en el que Carlos (graduado en ADE reconvertido y convencido de la hostelería) ya gestionaba tres y Víctor, mientras, ya mascullaba con Carlos esta idea aunque sus derroteros le guían por la alta gastronomía del Bazul.
Así que entre los tres le fueron "dando forma casi un año". Desde el germen, once meses en los que perfilaron la idea: "Un mercado que es el de la vermutería que está teniendo, hoy cumplimos un mes, una respuesta brutal. 60 clases de vermú, un sitio de encuentro, de estar de pie, de encontrar tu sitio para estar con gente, y tomar tu cerveza, tu vermú, un bocado rápido, tener una sensación de grupo, compartir, relacionarte y volver a la esencia de los bares. Bares de barra que un poco se habían perdido ya antes de la pandemia".
¿Y por qué Brrrutal? Iván fue un día a su casa y le contó a su mujer la idea que tenían. Ella le replicó: "Para montar algo así, tiene que ser brrrutal. Esto lo engloba todo. Nos gustó a todos y adelante. Cuando sales, quieres que sea brutal, que te perdure en el tiempo. Que la gente que venga aquí diga ¡qué bueno estaba esto, brutal!, ¡qué vermú, la copa, el pincho, sea brutal!"
Carlos tiene claro cómo querían obrar esta idea de "vermutería-milagro". "Cuando decidimos la idea de este bar de encuentro, queríamos que no fuera excesivamente grande, que hubiera siempre gente, buen ambiente... Buscando, buscando, en enero de 2022, vimos que lo que era Capazo en la calle detrás del Casino, en la calle San José de Calasanz, estaba disponible. Fuimos a verlo, nos gustó mucho. Era un local de 31 metros cuadrados con 17 para el público (elevando, eso sí, el techo), una tienda de chucherías, hablamos con una ingeniería para que nos hiciera un proyecto. Era viable aunque el baño accesible para personas con discapacidad se nos comía algún metro cuadrado más de lo que nos hubiera gustado. El local nos cuadraba, para veinte o veinticinco personas de pie para pimplar y el juego de venir con tu pareja, solo o con amigos. Picar algo, disfrutar mucho, y la aceptación ha sido muy buena y está muy contenta".
En el ratito de la entrevista, Carlos se adentra en el obrador gastronómico de cuatro metros cuadrados donde extrae de la nevera los bocados de quinta gama que le sirve Distribuciones Blasco y que tienen una calidad altísima. No cesan de entrar clientes que lo mismo toman algunos de los 60 vermús (apenas cuatro o cinco blancos), vinos (la carta integra una veintena) o cañas. Abren de 12 a 15 y de 19:00 a 22:00 horas con excepción del sábado de 12:00 a 1:00 de la madrugada (aquí entran en juego también los combinados como gintonics, ron o güisquis, entre otros licores) y el domingo que el horario es de 12 a 16 horas. Profesionales avezados en la hostelería, sus sugerencias son muy recomendables, como un "marianito al estilo bilbaíno" que combina distintos vermús y que es todo un cóctel en manos de Iván, la ensaladilla rusa o esa gastronomía que el alcalde de Madrid ha acuñado como "latina" (lata por aquí, lata por allá, eso sí, excelentes). Es la vermutería-milagro de pequeño tamaño. O cómo cambiar la multiplicación de los panes y los peces por la habitabilidad de clientes. No, como reivindican en su decoración, ¡ni gastro ni hostias! Bar Baridad.