La psicolingüísta de la Universidad de Zaragoza Carmen Horno Chéliz sostiene que "el lenguaje inclusivo nos puede ayudar a erradicar la visión sexista de la sociedad", pero precisa que "no hace magia", consiste en "una llamada de atención". En ese sentido, "el estereotipo que más influencia ejerce, en relación con el lenguaje, es que las mujeres no están, porque era así en determinados ámbitos". El problema es que, ahora que cada vez hay mayor presencia en numerosos sectores, esos clichés se siguen manteniendo.
Carmen Horno, integrante también del grupo de investigación Psylex-Lenguaje y Cognición, impartió en la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación una conferencia, en un acto promovido por la Unidad de Igualdad de la Universidad, con motivo de los actos programados en torno al 8 de Marzo.
La profesora defiende que el lenguaje inclusivo "es una herramienta eficaz", porque consigue que los seres humanos focalicemos determinadas cosas. "Por ejemplo, nos daría mucho asco ir a un restaurante y que nos ofrecieran para comer pez, porque la lengua sirve para que te fijes en si está vivo o no. En cambio, en inglés, la palabra fish sirve tanto para pez como para pescado. "Vamos a utilizar la legua como una llamada de atención en nuestro activismo feminista", apremia.
Esto es necesario, observa, porque "los estereotipos sexistas están muy automatizados" y para acabar con ellos "son necesarias todas las estrategias posibles de concientizar", ya que su erradicación es muy complicada. "Yo que tengo hijos adolescentes los sigo viendo como a niños y eso que vivo con ellos y me doy cuenta de que son más altos que yo. Nos cuesta salir de la imagen preconcebida".
Pone otro ejemplo. "Si preguntas si el médico de cabecera puede ser una mujer, todo el mundo te va a decir que sí. Pero si dices que has ido al médico de cabecera, si no desautomatizamos la interpretación, la gente va a pensar primero en un señor". Agrega que hay gente que se escuda en que le da igual el género, pero insiste en que "si queremos tener el prototipo de mujer médico, necesitamos llamar la atención sobre eso".
La especialista insiste en que es necesario que "cuando se hable de mujeres, quede claro que estás hablando de mujeres", y para ello propone pequeñas estrategias como utilizar palabras genéricas terminadas en "a" e incluso en "e". "Es lógico que si en un grupo hay un número importante de mujeres, se hable en femenino. En el colectivo de enfermería, este genérico ya existe. Pero son activismos, la RAE ahora mismo no lo aconseja", observa.
Carmen Horno subraya que su propuesta, como psicolingüista, es una "estrategia política" pensada para el lenguaje oral, no hay una intención de cambiar el sistema de la lengua, y, por lo tanto, "no es necesario ser coherente, se trata de salpimentar nuestro discurso de referentes femeninos para recordar que estamos ahí, aunque otras veces utilicemos el genérico masculino".
Para que esta iniciativa sea más eficaz, propone que el activismo se lleva a cabo, sobre todo, en aquellos contextos en los que "las mujeres no solían estar y ahora sí" y de una manera sorpresiva. "Mejor que aparezcan cuando nadie se lo espere, porque lo que oímos todo el rato, llega un momento que lo dejamos de oír".
Carmen Horno vuelve a insistir en la importancia de ser eficaces y se refiere al cambio de las siglas de la Asociación de Padres de Alumnos (APA) a las de AMPA para dar cabida a las mujeres en ese término, cuando "lo más inclusivo" hubiera sido Asociación de Familias de Alumnos. "Hay que saltarse un poco las instrucciones y mirar el objetivo".