Centenares de personas se han congregado este lunes en la plaza de Navarra de Huesca para alzar la voz en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y expresar su dolor y su rechazo ante este tipo de sucesos. Bajo lemas como “Ni una menos”, “Vivas nos queremos”, “Se acabó” y “Que la vergüenza cambie de lado”, los asistentes han respaldado un manifiesto en el que se ha denunciado la persistencia de esta lacra y se ha reclamado la adopción de medidas urgentes.
El origen de esta fecha, como ha recordado Charo Ocho, del Colectivo de Mujeres Feministas, conmemora el asesinato de las tres hermanas Mirabal en 1961, bajo la dictadura de Rafael Trujillo en la República Dominicana. Esta jornada, impulsada inicialmente por el movimiento feminista latinoamericano en 1981, fue asumida por la Onu en 1999.
Este año, la consigna principal, “Que la vergüenza cambie de lado”, retoma las palabras de Gisèle Pèlicot, una mujer francesa víctima de un caso atroz de violencia sexual: durante al menos diez años, su esposo facilitó su violación por parte de 70 hombres —51 de ellos actualmente juzgados— mientras ella estaba inconsciente por la medicación que él le suministraba.
Estas agresiones son un ejemplo de cómo la violencia no es ejercida por “monstruos” sino por hombres “normales”. Este caso pone de manifiesto la necesidad de erradicar la percepción de la violencia de género como un fenómeno excepcional, para visibilizarlo como un problema estructural.
En el transcurso del acto se han puesto de manifiesto las alarmantes cifras de violencia de género en España. En lo que va de 2024, 47 mujeres y 8 menores han sido asesinados por violencia machista, lo que representa el mayor número de víctimas infantiles desde 2013. Actualmente, hay 99.644 casos activos en el sistema Viogen, y el 47% de las mujeres en este sistema tienen menores a su cargo, lo que implica la protección oficial de 1.648 niños y niñas.
El tiempo promedio que tardan las víctimas en denunciar o verbalizar su situación es de ocho años y ocho meses, motivado por el miedo, la culpabilidad y la sensación de no ser reconocidas como víctimas. Entre las mujeres mayores de 65 años, este tiempo asciende a 26 años, mientras que las jóvenes entre 18 y 25 tardan una media de dos años y diez meses.
En cuanto a la violencia sexual, 14 violaciones y 55 agresiones sexuales son denunciadas cada día en España, y las de violación han aumentado un 7% en el primer semestre de 2024 respecto a 2023. Sin embargo, solo el 21,7% de las mujeres que sufren violencia por parte de sus parejas denuncia los hechos. Además, el 70,33% de las adolescentes víctimas de violencia de género no tiene intención de denunciar, y un 21% de las mujeres que concertaron citas a través de aplicaciones han sido forzadas a mantener relaciones sexuales con violencia.
Se ha reclamado, asimismo, la implementación inmediata de las medidas previstas en la Ley del “Solo sí es sí”. Entre las demandas destacaron la apertura de los 52 Centros de Crisis Permanentes, cuya falta de funcionamiento al cierre de 2024 podría hacer perder los fondos europeos destinados a su mantenimiento. También se exigieron reformas legislativas como la Ley de Justicia Gratuita y campañas de formación con perspectiva de género dirigidas a profesionales de los ámbitos socioeducativo y de las fuerzas de seguridad.
Asimismo, se ha pedido una mayor implicación de las comunidades autónomas y la promoción de campañas de sensibilización dirigidas a toda la ciudadanía para fomentar la detección y denuncia de la violencia sexual.
El manifiesto ha subrayado la gravedad de las violencias estructurales. Se denunció cómo la precariedad laboral y la pobreza, que afecta a 6,5 millones de mujeres en España, perpetúan formas de abuso como la violencia económica y el acoso laboral. También se criticó el desigual reparto de las tareas domésticas y de cuidados, que sigue siendo una causa de múltiples violencias hacia las mujeres.
Desde 2017, movimientos como “Ni una menos” en Argentina y “Me Too” en los Estados Unidos han alentado a las mujeres a hablar abiertamente sobre las violencias que sufren, rompiendo el silencio y la culpa. El manifiesto ha destacado que hablar públicamente es clave para visibilizar la violencia sexual y desmontar la narrativa que culpa a las víctimas.
También se ha resaltado el impacto de obras como los documentales “El techo amarillo” y “Nevenka”, así como plataformas creadas por periodistas como Cristina Fallarás, que han dado voz a las víctimas.
Igualmente, se ha denunciado la opresión de las mujeres en otros contextos, en especial bajo el régimen talibán en Afganistán, donde las mujeres sufren la prohibición de la educación, el trabajo, y cualquier forma de participación pública. Además, se condenaron las violencias sufridas por las mujeres en conflictos armados en regiones como el Sáhara Occidental, Sudán, Ucrania y el Territorio Palestino Ocupado. También se ha pedido garantizar vías seguras para las refugiadas y reformar la Ley de Extranjería en consonancia con los derechos humanos.
El acto ha concluido con la lectura de un texto aportado por la entidad Arcadia, que ha visibilizado la doble vulnerabilidad de las mujeres con diagnósticos de salud mental frente a la violencia. “Queremos ser dueñas de nuestras decisiones sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas”, ha afirmado Rosa, denunciando la falta de credibilidad que enfrentan en sus testimonios y desafiando a los maltratadores a reconocer su violencia.
La jornada ha cerrado con un clamor colectivo: “Ni una menos, vivas nos queremos, que la vergüenza cambie de lado", además de la Canción sin miedo de Vivir Quintana, convertido en un himno de esta conmemoración, La Puerta Violeta, de Rozalén, y, previamente, Txoria txori, un texto de Joxean Artze, musicado por Mikel Laboa.