Meyba fue, como Albajar, Humsa, Eurotrón y un buen puñado más de empresas emblemáticas, el símbolo de la crisis que padeció la Huesca que sí tenía industria. Dejó el sector secundario en mantillas para convertir la capital en pasto prácticamente absoluto de los servicios. Función pública, comercio y, como toda la providencia productiva, los servicios en diferentes actividades. La ciudad tardó tanto en desperezarse que, para cuando se manifestó por vez primera contra el desmantelamiento el 1 de mayo de 1995 con una asistencia popular más que descriptible -por escasa, medio millar-, apenas quedaba del viejo tejido industrial Luna. Sería cuestión de tiempo que se sumara a la apatía generalizada pese a ser, como las ya citadas, punta de lanza reconocible en toda España... y más allá. Personificado en Meyba, nueve alumnas y una docente del Colegio Salesianos han contado la historia de Meyba a través de las víctimas de aquel cierre y han conseguido el segundo premio nacional de Eurostorys.
Una profesora inquieta como es Irene Abad conoció la convocatoria de Eurostorys. Su filosofía es "aprender investigando”, que considera una aventura para jóvenes preuniversitarios donde piden un trabajo distinto a los que, muy posiblemente, hacen en clase. Desde algo cercano a ti – alguien de tu familia, el nombre de una calle,... - y en el formato que se elijas, pretenden que busquen, analicen y cuenten lo que han aprendido. "Queremos que con Eustory aprendas a investigar, a ponerte en la piel del “otro”… y no olvides que puedes ganar un buen premio en metálico, así como optar a participar en encuentros de estudiantes destacados de otros países en alguna ciudad del resto de Europa".
En la edición 2022, la inspiración para investigar era "Trabajo y crisis", potenciando el estudio del entorno a través del uso de las fuentes primarias. La profesora Irene Abad lo planteó en clase y un grupo de nueve alumnas se interesó en el asunto. "Estuvimos pensando sobre un tema que respondiese a las características mencionadas y enseguida me vino algo a la mente: Meyba".
Recuerda la docente someramente la historia de esta compañía. "Meyba llegó a Huesca en 1963 con los Planes del desarrollismo industrial que el franquismo implantó en España con ánimo de empezar a europeizar del país y de hacer remontar su economía. En esos momentos Meyba era una industria textil en auge y encontró en Huesca un caldo de cultivo perfecto para seguir desarrollándose como empresa. Así que se implantó en la ciudad llegando a contratar a casi 300 mujeres (no hay que olvidar que la industria textil era una industria feminizada). Hasta 1994 Meyba cosió equipaciones deportivas (la más relevante la del Fútbol Club Barcelona), bañadores y ropa deportiva de todo tipo. Meyba se convirtió en Huesca en un referente de la ropa deportiva. ¿Qué casa oscense no guarda en sus armarios una ropa Meyba? Finalmente, como consecuencia de la deslocalización industrial Meyba se vio abocada al cierre, no sin antes experimentar las movilizaciones de sus trabajadoras por intentar rescatar la empresa".
Meyba era un icono de empresa con empleo fundamentalmente femenino dentro de un contexto en el que el Metal acaparaba buena parte de los puestos de trabajo industriales en la ciudad, en sentido contrario con nombres masculinos en las nóminas. Tener una prenda de Meyba era un signo de buen gusto y también de orgullo, porque se confeccionaba aquí, en nuestra casa. Y todos teníamos alguna vecina, amiga, familiar, allegada o simplemente conocida de vista que laboraba en sus líneas de producción.
Bajo la coordinación de Irene Abad, el equipo de investigación con trabajo de campo fue formidable. Lo han compuesto Jara Alayeto, Tena Gallego, Marta Fontán, Candela Laguarta, Beatriz Sanromán, Aimara Blan, Ana Ramírez, Isabel Gómez y Alba Marín.
"Estos 31 años de existencia de Meyba en Huesca han servido para construir la memoria colectiva de un grupo de mujeres que entró al mercado laboral cuando apenas eran unas niñas, que creció con el cronómetro controlador de su producción diaria, que supo hacer de su día a día un ambiente de amistad y de sororidad y que aprendió a gritar "o todas o ninguna" cuando peligraban los puestos de trabajo de la mayoría de las trabajadoras". Es curioso. Con la perspectiva, podemos asegurar que, como sucedió con las otras grandes estructuras que se vinieron abajo, Meyba murió entre una cierta anestesia social, pese a que fue tremendamente significativa la agenda de movilizaciones de sus trabajadoras.
La hemeroteca refleja sus concentraciones y protestas, sus angustias. Pero, si hay un retrato fiel de lo que aconteció en el fin de un "imperio" textil, es el que dibujan los testimonios de las operarias. "Los encuentros entre las antiguas trabajadoras de Meyba y estas estudiantes del Colegio Salesianos de Huesca han creado unas situaciones de aprendizaje en las que la memoria ha sido el principal nexo intergeneracional".
"Ahora, hemos recibido una gran noticia. Nuestro trabajo ha ganado un segundo premio en el citado Concurso, gestionado en sede española por la Real Maestranza de Ronda. En su biblioteca tendrá entrega el premio el próximo viernes 28 de octubre de 2022". Al contrario que sucedió entonces, la afanosidad ha tenido su recompensa y de aquella desgracia ha llegado, como si fuera su legado, un final feliz.
Tutora: Irene Abad