Cruz Roja ha ofrecido en la plaza Concepción Arenal de Huesca información sobre la utilización de Niños Soldado en el Día Internacional instaurado tal día como hoy de 2002, en que entró en vigor el Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Drechos del Niño relativo a la participación de menores en conflictos armados, que fue aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas en mayo de 2000. Ha sido ratificado por 159 países.
Martín Cárdenas y otros compañeros de la ONG han colocado una mesa junto a un vehículo para explicar que "se calcula que unos 300.000 niños están peleando en 40 conflictos a lo largo del mundo. Realmente esto ha llegado ya a un límite y cada año va a más y es una forma brutal de someter a los menores a violencia desde 7 u 8 años que ya están en zonas de combate. Su tiempo de vida suelen ser un par de años, porque la mayoría mueren en los conflictos".
Cruz Roja pretende "devolver a los niños a la sociedad, y, sobre todo, que ellos tengan esa cabida de nuevo dándoles apoyo psicológico y emocional, porque date cuenta de muchos años de conflicto, de ver muertos, de ver guerras, que hacen que devolverlos a la sociedad cuesta mucho".
La mayoría de los conflictos, agrega, están en el continente africano, tres cuartas partes. Otros en Oriente Medio, agrega Cárdenas. "Muchos de estos niños han sido víctimas o testigos de actos de una brutalidad indescriptible, o se han visto obligados a participar en ellos, sufren malos tratos y/o violaciones. Las heridas físicas y los traumas emocionales que todo ello supone son difíciles de superar. En la mayoría de ocasiones son forzados a afiliarse a las fuerzas armadas de un país o a grupos armados. Son secuestrados en la calle, sacados de las aulas, de sus propias casas o de campos de refugiados o campos de desplazados internos".

Asegura la institución filantrópica que, "una vez liberados del grupo armado al que han pertenecido, suelen sufrir el rechazo de sus familias y de la sociedad en general tras los conflictos. En muchas ocasiones se les considera verdugos y no víctimas. Las consecuencias van desde la estigmatización, la discriminación o, directamente, el rechazo".
"Se intenta localizar a las familias o comunidades para que puedan volver, pero muchas veces hay un sentimiento de miedo o rechazo hacia estos niños y niñas por el hecho de haber estado en grupos armados. Por eso es tan importante concienciar a las familias y comunidades de que estos niños y niñas son víctimas del conflicto y no los culpables de su situación, y que merecen la oportunidad de reintegrarse en sociedad", concluye Cruz Roja.