"Enséñame a cantar, enséñame a cantar, que tengo triste el corazón y necesito amar". Al buen ritmo de Miki, los socios del Hogar de Personas Mayores de Huesca han movido esta tarde el esqueleto con una bonita alegría juvenil que sería la envidia de cualquier fiesta adolescente.
Tenían motivos, y es que a determinadas edades celebrar la fiesta de Santa Águeda, la patrona de las mujeres desde tiempos inveterados, constituye una obligación. Cuatrocientas personas han disfrutado, bailado, hablado y comido las afamadas "teticas de Santa Águeda", un buen bizcocho con nata para tomar energías y lanzarse a una velada bailona.
La orquesta del Hogar, superior. Con su aspecto senatorial -los cabellos plateados incorporan su señorío-, el grupo ha ido echando repertorio hacia atrás. Y resulta que todos conocían las canciones del dos mil. Y las de los noventa, y los ochenta, y los setenta, y los sesenta. Y aunque algunas se ponían coquetas, luego se lanzaban a cantar, y a bailar. Y el ritmo no ha parado. Y, al final, exhaustos pero felices, se han retirado a sus cuarteles hogareños, con el compromiso de seguir juntándose en esta gran familia que preside María José Nasarre, y que es un prodigio de organización, de ganas y de ímpetu joven. De Santa Águeda a Santa Águeda 2025, queda mucho por disfrutar.