El Ayuntamiento de Siétamo ha decidido en sesión plenaria celebrada esta tarde de jueves nombrar Hijo Predilecto a José María Cabrero, conocido en el universo altoaragonés como "el cura Cabrero" al que todo el mundo quiere en correspondencia justa con el amor que ha entregado y el servicio a los demás que ha sido pastoral y profundamente humano. La pista polideportiva se denominará también José María Cabrero, el mismo lugar donde tanto jugaba con sus amigos y discípulos. La corporación ha refrendado una iniciativa popular de un grupo de vecinos.
José María Cabrero, cuando se acerca a la edad octogenaria, ha dejado tanto poso en su desempeño que no hay nadie de las veintiún localidades que atiende del Somontano y el Sobrarbe, nadie de su Siétamo natal, nadie del Alquézar que tanto cuida desde lo más alto de la Colegiata en la que es el perfecto y sabio anfitrión, que pueda quedar indiferente ante su extraordinaria dimensión humana, ante su figura trascendente.
Ha recibido muchas distinciones José María Cabrero, que de joven era un prometedor jugador de fútbol en su Siétamo natal. Ha sido galardonado con el Premio Cruz de Sobrarbe. Ha acogido el agasajo de cientos de personas que, a escote, le rindieron un entrañable tributo todos los pueblos de Guara. Ha volado con la pajarita de los Altoaragoneses sobre la que se posaron sesenta almas que quisieron estar con él en el Abba. El cura Cabrero que llega a las cimas para bendecir la cruz, el cura Cabrero que canta una jota en la festividad de San Úrbez. Que se eleva con su voz poderosa sobre autoridades terrenales, porque su reino es de este mundo pero mira por encima de las miserias humanas.
José María Cabrero, el mejor guía también del Árbol Europeo del Año en Lecina, coge su coche sin pereza para recorrer Arcusa, Almazorre, Lecina, Betorz, Hospitaled, Bárcabo, Eripol, Castellazo, Santa María de Buil, Paúles, Santa María de la Nuez, Sarsa de Surta o Morcat, o Colungo, Asque, Buera, Adahuesca, Alquézar y San Pelegrín, desde Lecina a Santa María de Buil o las Bellostas (trece núcleos nada menos) entre muchas poblaciones en las que se ha empeñado también en una labor de conservación del patrimonio eterno y también del vivo, y es que lo mismo busca recuperar una iglesia que las tradiciones más arraigadas.
El cura Cabrero no pliega velas a sus prácticamente 79 años. Ama el medio rural, a sus gentes, la sencillez de sus remedios caseros, los productos naturales, lo que la tierra nos da generosamente, y también lo que el ser humano es capaz de transformar. Con paciencia de santo Job, ha visto cómo partían hacia la diáspora centenares y centenares de vecinos que, como el hijo pródigo, han sentido la llamada de las raíces que, gracias a su labor y a su liderazgo humilde, están conservadas en plenitud para que, en el retorno, los vástagos de los pueblos perciban que siempre brota la vida.
También él escucha la llamada de los suyos, de los sitaminos, este pueblo de personajes ilustres de antaño y de hogaño, de Ana Francisca Abarca de Bolea, del Conde de Aranda Pedro Pablo Abarca de Bolea, el cardenal Antonio María Javierre y su hermano sacerdote y periodista José María Javierre, el escritor y amigo Ignacio Almudévar Zamora o su hijo el empresario Ignacio Almudévar Bercero.
Precisamente, Ignacio Almudévar Zamora, en su blog, recuerda los orígenes de ambos. "Es amigo mío porque nos conocemos desde hace ya muchos años, porque somos nacidos y hemos vivido, cada uno en un pueblo próximo al otro y hemos corrido el mundo muchos años lejos de nuestros lugares de nacimiento. Él estudió Magisterio en Huesca capital y yo me hice Veterinario en Zaragoza. Vivimos en el mundo y yo me acuerdo del pasado y de su historia mientras él recuerda el pasado de la Casa Convento llamada CASA PONZ, donde nació y siempre recordando que en ella estuvo el Rey Sancho Ramirez, buscando el futuro de Aragón, y mi amigo busca el porvenir por Aragón, cuando se ve obligado a marchar de Velillas. Él no puede olvidar el nombre de su Casa que se llama igual que hace “mil años”, es decir Casa Ponz, Convento de frailes franceses, fundado por Sancho Ramírez, como pensaban entonces, igual que ahora, en una Nación Europea".
Esta tarde, el Ayuntamiento de Siétamo ha hecho justicia elevando la nómina de personalidades históricas. Y lo ha hecho en presente, cuando el pálpito del corazón vivo abraza el agradecimiento en el doble sentido, de Siétamo al cura Cabrero en la certeza de que José María devolverá la gratitud con una jota alta, fuerte, hermosa. Alta como su condición, brava como su valor, entrañable como su alma. José María Cabrero, Hijo Predilecto de Siétamo. Y decenas de sitaminos aplauden henchidos de orgullo.
Ignacio Almudévar Bercero recuerda que fue un pilar fundamental en la constitución del Club Deportivo Siétamo, del que fue más de quince años secretario y presidente. Disfrutaba del fútbol como goza de la naturaleza y la montaña. El cura Cabrero llevaba a los jóvenes a conocer el mundo que es el Alto Aragón, con el coche de su hermano Mariano si era preciso: ora el pico del Águila, ora Gratal, ora San Martín de la Val de Onsera, ora Alquézar, ora Guara, en cuyo tozan bendijo la figura de San Úrbez.
Como sentencia Ignacio Almudévar Zamora en otro artículo, "es José María un hombre humilde, pero el salmo 110, me recuerda la grandeza de su sacerdocio, cuando dice: “Tú eres sacerdote eterno, según el orden de Melquisedec”.
En estos momentos, otro grande de la sabiduría popular aderezada por la letra escrita, José Antonio Adell, está escribiendo un libro sobre el cura Cabrero. Será un éxito editorial, otro más, de Adell inspirado por Cabrero.