Es una de esas botellas que nuestros padres tenían en el mueble bar allá por los años 60 y 70, una bebida que se puso de moda y que injustamente ha quedado en el olvido. Tiene un sabor y unas propiedades que son suficiente pretexto para recuperarlo. Para algunos es excelente para otros no tanto.
Recuerdo su llegada a España allá por los años setenta. Costó comprender que una bebida a base de alcachofa como principal ingrediente pudiera serlo. Pero curiosamente, y de manera rápida, tuvo sus grandes seguidores que la buscaban con gran interés. En la vieja tienda de mi familia la vendimos desde el principio de su aparición y vinieron clientes nuevos a los que nunca antes habíamos visto.
Hubo en aquella época un gran auge de estas bebidas que curiosamente ahora parece que renacen. Es el caso del Suze, el Fernet Branca, el Ferrochina de un amargor extremo y otros como el impronunciable Jagermeister que, me comentaron hace unos días que hace furor en un sector de la población más joven. Lo tengo que comprobar
La palabra bitter es de origen alemán y se utiliza para denominar a ese tipo de bebidas alcohólicas y no alcohólicas que están elaboradas a partir de hierbas y plantas que poseen un sabor amargo y que son muy aromáticas. Entre ellas se encuentra , por ejemplo, el legendario Bitter Kas, creado por la familia Knörr en los años 60 que importó la idea de Italia y elaboró una versión sin alcohol que ha tenido muchísimo éxito.
Y otro bitter es el Cynar o popularmente llamado ‘amargo de alcachofa‘ una bebida italiana de graduación alcohólica baja (16,5º), hecha con una selección de hojas de alcachofas y una infusión secreta de 13 hierbas y plantas que aportan al producto un sabor muy característico, algunas propiedades beneficiosas para nuestro organismo y una naturalidad inexistente en el resto de la oferta espirituosa del mercado. El Cynar fue creado en 1952 por la empresa italiana Pezziol en la ciudad de Padua y desde 1995 ha sido fabricado y distribuido por el Grupo Campari. Su historia está estrechamente ligada a los cócteles clásicos y a aquellos adorables anuncios que protagonizó el famoso actor italiano Ernesto Calindri. Ya en los noventa, también fue imagen de la marca la presentadora española Natalia Estrada que por aquel entonces vivía en Italia. En 1995 pasó a pertenecer a Campari y desde siempre ha sido tomado en muchas barras del mundo, aunque con menos desigual éxito en España.
Su nombre deriva justamente de la forma en que se nombra en latín a la alcachofa. Su color es marrón con reflejos rojizos, tiene un aroma intenso y su sabor es amargo, aunque con un final dulzón. El Cynar puede tomarse solo, aunque la forma más popular es como aperitivo mezclado con soda, gaseosas (naranja, pomelo, tónica) o jugos. A menudo se mezcla con jugo de pomelo y en Argentina el Cynar se convirtió en una bebida popular desde su aparición, pero especialmente en los últimos años volvió a las barras de Buenos Aires y otras ciudades del país por la popularidad de un trago creado en la última década: el Julepe de Cynar o Cynar Julep. Este cóctel se transformó en un fenómeno de culto y se consigue en las mejores barras de Buenos Aires. Hay variaciones en las recetas pero todas llevan menta, pomelo (jugo o gaseosa) y azúcar, hielo y Cynar. Otra combinación creada con Cynar es la caipichofa, que combina lima, azúcar, Cynar y soda y se prepara como una caipirinha.
En las principales barras del mundo los bármanes redescubren el Cynar como un ingrediente original para realizar cócteles y se multiplican las recetas creadas con el aperitivo que lleva el dibujo de una alcachofa en la etiqueta.