Si recientemente publicábamos el fallecimiento de Javier Gironella Falces, ahora le ha seguido con pocas semanas de distancia Álvaro Calvo Rapún -al que Javier llamaba "mi señorito"-, representante de una forma de concebir la política con señorío, amabilidad y vocación de servicio. Con 84 años y en la paz de su casa en Santa Eulalia la Mayor, ha dejado su sello a su mujer Pascualita y sus hijos Miriam, Gemma, Blanca y Álvaro.
Álvaro Calvo Rapún, después de cursar sus estudios de Derecho, se entregó a la empresa familiar en distintos ámbitos del comercio. En los primeros años de la democracia, destacó en su militancia en la Unión de Centro Democrático, con la que vivió las primeras elecciones con un extraordinario elenco de políticos de nuevo cuño.
Tras la desaparición del partido de Adolfo Suárez, Álvaro Calvo ingresó en el PAR con objeto de perpetuar su vocación política moderada y centrista. En 1999, fue nombrado delegado del Gobierno de Aragón en Huesca, puesto en el que ofreció sus buenos oficios hasta 2011. En ese tiempo, dejó muestras de sus exquisitas formas, su inmejorable forma de representar al ejecutivo y su capacidad para escuchar y dialogar.
Álvaro Calvo no abandonó nunca la política porque la llevaba en vena, pero la observaba desde su retiro en la sierra que le reportaba la tranquilidad que caracterizaba su personalidad, para aparecer tan sólo esporádicamente para intentar ayudar en tiempos convulsos dentro del partido sobre el que volcó su voluntad.
El funeral por su eterno descanso se oficiará a las 16:30 de este sábado, 16 de diciembre, en la Real y Parroquial Basílica de San Lorenzo. Descanse en paz.