Esta triste noche, ha fallecido Fernando Esperanza Santafé, de la fértil hornada del 57, acaecido al mundo un 3 de febrero hace 68 años, festividad de San Blas. Un Cacón que siguió la saga que venía danzando a San Lorenzo desde el siglo XIX y que tuvo el privilegio y la responsabilidad en 1996 de heredar los identificativos de su padre, el gran Jesús Esperanza Buisán, nada menos que 56 años blandiendo las espadas, los palos viejos y nuevos, interpretando el degollau y las cintas cada 10 de agosto, en la madrugada, en las horas en las que la frescura permite expresar la devoción al patrón con mayor autenticidad.
Sin esperar a esas horas, ha dejado huérfanos de su magnanimidad a su familia, a su abnegada esposa Fina, a sus hijos Fernando (al que legó ese precioso privilegio que es el dance) y Alejandro (pianista y profesor de música) y a su nieto Lorenzo, la última gran alegría de su vida. Lo ha hecho en el día en que se van a desvelar los detalles de la actuación de los Danzantes el 25 de abril en la Basílica de San Lorenzo, dentro del 1800 aniversario del nacimiento del santo.
También ha sometido a los danzantes que le han conocido durante sus años de ejercicio (1996-2023) al reto de, a partir de hoy, imaginar su sonrisa cada vez que miren al cielo, cada 10 de agosto en el que elevarán las espadas al firmamento, conscientes de que San Lorenzo tiene a su diestra a otro Cacón, Fernando, que mirará con la admiración al mártir a corta distancia.
Fernando Esperanza Santafé llegó a este mundo con el designio de convertirse en danzante, aunque los designios hay que confirmarlos con la voluntad que siempre tuvo. Estaba marcado, pero además Fernando fue consolidando su personalidad entre la reciedumbre de un buen oscense y la amabilidad que forjó en su formación y su profesión. Cursó Magisterio y Psicología, y escogió para ejercer ambas profesiones mirar a la cara de la dificultad. Funcionario de prisiones, educador y psicólogo, ha ayudado a multitud de internos a lo largo de décadas de oficio en la vieja cárcel de Huesca y en Zuera, hasta que llegó el momento de la jubilación.
Podía, por fin, entregarse a una de sus pasiones, el deporte, que inculcó en sus hijos, Fernando de una manera sobresaliente como atleta y Alejandro de forma amateur. Fernando Esperanza predicaba con el ejemplo, corriendo, con la bicicleta, en la piscina que compartimos. Era veterano, pero sus rutinas deportivas eran de joven profesional, cuidaba todos los detalles, porque tal fue siempre su pulcritud vital.
Fernando era pura sonrisa y afabilidad sin límites. Un vecino ejemplar, un padre admirable, un amigo fiel, un danzante que se preparó hasta su última comparecencia, 2023, en la que su mirada brillaba especialmente porque en la Plaza de San Lorenzo habían tomado las riendas de su jubilación en el dance y de la de su hermano Jesús su hijo Fernando y su sobrina Cristina. Con ambos bailó su último dance. Tomaba en brazos a su última gran alegría, Lorenzo, su nieto, y a sus sobrinos nietos con los que los hermanos Cacón perpetuaban la saga. Vocación y devoción, que escribiera Juan Andreu, la satisfacción del deber cumplido, el júbilo por el relevo más hermoso que un danzante pueda soñar.
Si la cara es el espejo del alma, Fernando es el vivo reflejo de la bonhomía, de los seres humanos afables, serviciales, generosos, entregados. No sabía ni enfadarse, porque incluso los motivos de enojo los envolvía en un mantón de comprensión, quizás ese mantón lo aterciopelaba entonces San Lorenzo.
Fernando Esperanza ha dejado a Huesca, tras muchos meses de luchar contra la más terrible enfermedad, con una gran nube este 21 de marzo de 2025. El Día Mundial de la Poesía se ha vestido de negro en medio de la imagen colorida del dance. Es el preludio de una eternidad que Fernando ha merecido y que, hasta el reencuentro con todo su vecindario y con toda la ciudad, dará paso a ese bonito recuerdo que cada uno tendremos en nuestro baúl existencial, en una sección escrita bajo el epígrafe "grandezas de Fernando Esperanza Santafé. Cacón de pura cepa, devoto del glorioso patrón al que tanto veneró". Que San Lorenzo le acompañe a su encuentro con el Señor. Descansa, Fernando, has corrido mucho, has danzado virtuosamente. Ahora es tiempo de recoger la dicha celestial. Hasta ahí elevamos nuestras plegarias, que son tuyas.
La familia recibe en el Tanatorio de Hermanos Santander Mémora. El funeral, sábado 22 de marzo en la Real y Parroquial Basílica de San Lorenzo.