"A los profesores nos pueden contar muchas cosas, pero la discapacidad hay que vivirla". Esta reflexión de Joel Antequera, docente de Valentia, es una de las reflexiones que se han escuchado este jueves en la clausura de las XXXIII Jornadas de Psicología de Huesca y a la que se han sumado otras como la importancia de formar a padres y madres, para que la diversidad funcional se normalice y deje de ser un problema social. Historias como la que ha relatado Ana Pavón, madre de un niño con TEA, han puesto de manifiesto la relevancia del acompañamiento en este proceso.
Así, estas jornadas, que se han desarrollado durante dos días con un intenso programa, han concluido con una mesa de experiencias y la presentación de una serie de proyectos que abordan la inclusión educativa y la adaptación de las aulas a la diversidad, con la participación de asociaciones como Down Huesca, CADIS Huesca y Valentia.
Ana Pavón ha narrado su trayectoria personal, explicando cómo ha abordado la crianza de su hijo, Luis, que hoy tiene 17 años. Fue ella misma quien hizo el diagnóstico, cuando el pequeño ya había cumplido los 7 años. Jugar en el parque no era maravilloso, ha recordado. Luis pegaba con el puño cerrado, hacía ruidos, empujaba, lloraba mucho y la gente miraba a Ana. El parque se convirtió en un lugar de tensión, donde ella se sentía muy mal. "¿El autismo es una enfermedad social?", ha preguntado, convencida de que así es.
Luis conoce su situación desde el primer momento. "Creemos que las limitaciones no son un obstáculo en la vida", ha señalado su madre, y se ha dirigido a los futuros maestros para pedirles que construyan espacios de comprensión. "Las familias hacen lo que pueden".
La inclusión debe ser un proceso continuo. Ana ha expresado que, para lograr una verdadera integración, es necesario que tanto las instituciones educativas como la sociedad en general trabajen en conjunto. Ha pedido que se impulse la formación de los padres, ya que sin esa capacitación, será difícil generar un cambio real. Además, ha propuesto la creación de un espacio de mediación entre los docentes, los padres y los centros educativos para mejorar la comunicación y la colaboración.
Ana contó a sus amigos lo que le ocurre a Luis, así que han normalizado su situación. "Luis es un genio, adapta la vida a sí mismo", ha señalado.
María Escartín, quien tiene síndrome de Down, ha compartido su experiencia personal y educativa, destacando sus etapas de formación desde la Educación Infantil hasta la Secundaria. Ha mencionado su paso por el colegio Juan XXIII, el IES Pirámide y la Escuela de Hostelería. También ha subrayado su participación en diversas actividades en Huesca, como campos de oportunidades para la inclusión.
Además de sus estudios, se dedica a actividades recreativas como teatro, gimnasia y cocina. María ha expresado su deseo de aprender a emplatar y convertirse en cocinera y pastelera, mencionando que le gusta especialmente a la decoración de pasteles.
MI VOZ Y MI HISTORIA
Aroa Almazán, coordinadora de Empleo de Cadis Huesca, ha recordado una campaña lanzada por el Área de Mujer y Discapacidad de la organización. La campaña, titulada "Mi voz y Mi Historia", que fue lanzada el 8 de marzo de 2022, con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer, y tuvo una duración de un año.
Cada mes, se publicaba un vídeo en el que diferentes mujeres con diversas discapacidades compartían sus experiencias, centrándose en las dificultades que han tenido que superar para alcanzar la igualdad. Además, en cada vídeo se reflexionaba sobre los recursos que faltan y sobre lo que aún queda por hacer para conseguir una igualdad real para las mujeres con discapacidad.
Una de las protagonistas de la campaña fue la propia María Escartín, quien aparece en uno de los vídeos, y comparte su historia. Las mujeres que participaron hablaron de la necesidad de normalizar las situaciones que afrontan, de superar la invisibilidad y de poner luz al camino por recorrer en términos de igualdad.
Una de las experiencias compartidas fue la de una mujer que explicó cómo, a pesar de los desafíos de su discapacidad, ha aprendido a valorarse, a hacer cosas nuevas y ha mejorado su autonomía. También se ha apuntado cómo la falta de referentes fue una barrera importante durante su juventud, ya que no tuvo a nadie a quien admirar que viviera con las mismas dificultades. Ahora, ella se siente feliz y satisfecha con su progreso, y reconoce la importancia de ser un ejemplo positivo para las nuevas generaciones de niños con discapacidad.
También se hace hincapié en la importancia de la sensibilización social para cambiar las percepciones y actitudes que todavía prevalecen en la sociedad sobre las personas con discapacidad. A pesar de los avances que se han logrado, todavía existen barreras sociales y culturales que deben superarse.
Al final de la intervención, Aroa animó a todos los asistentes a visualizar los vídeos completos de la campaña en la página web de CADIS Huesca, donde se pueden encontrar todas las historias reales de las mujeres que participaron.
LA GAMIFICACIÓN
Belén Pérez, responsable del Área de Inserción Sociolaboral de la Fundación Valentia, ha comenzado su intervención presentando la Fundación, que ha cumplido recientemente 60 años. A lo largo de este tiempo, la entidad ha trabajado para mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad intelectual.
Valentia cuenta con seis centros en la provincia de Huesca, ubicados en Huesca, Martillué, Barbastro, Monzón, Fraga y Boltaña, y actualmente atiende a casi 600 personas con la ayuda de 500 profesionales. Belén ha destacado que, después de cumplir los 60 años, la Fundación sigue comprometida con su labor y ha avanzado en proyectos de integración e inclusión laboral, además de continuar con la formación y el empleo de las personas con discapacidad intelectual.
Para presentar los logros y la trayectoria de la Fundación, Belén ha mostrado un video conmemorativo de esos 60 años. Aunque resume en tres minutos toda la historia de la Fundación, ha sido suficiente para reflejar la enorme cantidad de trabajo realizado y los avances conseguidos durante este tiempo. En el video también se han reflejado los primeros pasos de la Fundación en 1964, cuando un grupo de familias fundó Atades, para luchar por un futuro mejor para las personas con discapacidad intelectual. La transición hacia el nombre de Fundación Valentia se ha destacado como un hito importante en su evolución.
Un aspecto fundamental de la Fundación ha sido la colaboración con diversos grupos de interés, como las familias, los usuarios, las empresas colaboradoras, los voluntarios, el equipo técnico y el Patronato. Belén ha mencionado que una de las colaboraciones más importantes y fructíferas que han tenido ha sido con la Universidad de Zaragoza y la Facultad de Magisterio, con quienes firmaron un convenio en 2019, con el fin de mejorar la calidad de vida y la empleabilidad de las personas adultas con discapacidad intelectual mediante el uso de propuestas ramificadas y neurodidácticas en formación.
A continuación, Belén ha explicado una de las metodologías implementadas en los programas de formación: la gamificación. Este enfoque innovador se introdujo en 2019 con el objetivo de mejorar la actitud hacia el aprendizaje y la empleabilidad de las personas con discapacidad intelectual. La gamificación se basa en el uso de videojuegos y metodologías de aprendizaje dinámicas, lo que ha permitido mejorar habilidades sociales y laborales a través de actividades educativas más interactivas. Belén ha relatado que la directora de la Fundación se enteró de un proyecto en el periódico sobre los beneficios de los videojuegos en las aulas, lo que la llevó a contactar con Alejandro de la Universidad de Zaragoza para explorar el uso de estas metodologías en la formación de personas con discapacidad intelectual.
Después se ha detallado cómo ha sido el proceso de implementación de la gamificación en Valentia. A pesar de que al principio no entendían completamente el concepto, han visto un enorme potencial en la sinergia que se ha formado con los expertos de la Universidad. Alejandro quería investigar cómo se desenvuelven los participantes en un contexto educativo, especialmente en ambientes ramificados, y aportar evidencias científicas que demostraran que la gamificación puede ser una herramienta beneficiosa para el aprendizaje de las personas con discapacidad intelectual.
Por su parte, el equipo de Valentia tenía claros sus objetivos: querían mejorar la actitud hacia el aprendizaje, fomentar el trabajo en equipo, la eficacia y la resolución de conflictos, además de aumentar la confianza y autoestima de los estudiantes. Belén ha hecho hincapié en que muchos de los alumnos que han participado en el programa venían de un entorno de fracaso escolar, algunos han sufrido bullying en la escuela, y no estaban predispuestos a aprender. Para ellos, la gamificación no solo ha representado una metodología más atractiva, sino una oportunidad de superar barreras emocionales y académicas.
En la segunda etapa, Belén Pérez recuerda cómo todo comenzó en un aula modesta, con ella como directora y su compañera Andrea como docente. En ese momento, la experiencia contaba con solo 10 alumnos y dos profesionales. Pero pronto se dieron cuenta de que los resultados estaban siendo positivos, lo que les llevó a tomar una decisión crucial: ampliar la experiencia. Así que comenzaron a expandirla dentro de la Fundación, sumando más aulas. De repente, lo que comenzó como un pequeño proyecto en un aula se transformó en algo mucho más grande. Se abrieron 7 nuevas aulas, no solo en Huesca, sino también en Martillué, Monzón y otros centros.
El salto fue impresionante: pasaron de un aula con un solo docente a 14, y de tener 10 alumnos, a un total de 65. Todo cambió de manera radical. Pero se hacían la misma pregunta que cualquiera en su lugar: ¿realmente funciona? Y la respuesta fue clara: sí, definitivamente había un impacto positivo. Observaron mejoras en las habilidades sociales, en la vida diaria, e incluso en la calidad de vida de muchos de los alumnos. Algunos de ellos, por ejemplo, lograron mejorar su claridad mental, lo que repercutió directamente en su bienestar general.
En la siguiente etapa, la tercera, el equipo de trabajo se centró en consolidar un aspecto fundamental: la gamificación y el entrenamiento de las funciones cognitivas. Estas habilidades, que incluyen la orientación, atención, memoria, lenguaje y otras capacidades cognitivas, eran clave para el desarrollo de los alumnos. ¿Por qué era tan importante este enfoque? Porque el cerebro de las personas con discapacidad intelectual necesita un entrenamiento específico, diferente al de otras personas, ha explicado Joel Antequera.
Por eso, además del trabajo en las aulas, comenzaron a integrar herramientas como Neuronal, que no solo entrenaban habilidades cognitivas, sino que también ayudaban a monitorear los resultados. Este enfoque de estimulación cognitiva había demostrado su eficacia en mejorar el bienestar, la autonomía y la calidad de vida de los estudiantes. Y los datos, en la gráfica que presentaron, lo confirmaban: se podía ver claramente la mejora de los alumnos en cada una de las funciones cognitivas evaluadas a lo largo de un año y medio.
La cuarta etapa, a juicio de Joel Antequera, fue quizás la más relevante de todas. Se dieron cuenta de que el verdadero motor del éxito de cualquier alumno era, sin lugar a dudas, el profesor. Los docentes eran la pieza clave. Para que los alumnos mejoraran, era imprescindible que los educadores estuvieran bien formados y preparados. Por eso, se crearon grupos con la Universidad para recibir asesoría personalizada, adaptada a cada aula y a las necesidades particulares de cada contexto. La formación semanal que recibían de parte de la Universidad les permitía combinar teoría y práctica de manera efectiva. Además, se fomentó la colaboración entre profesores y asesores, creando un espacio de intercambio constante de experiencias y conocimientos.
Pero la innovación no se detuvo ahí. El equipo se dio cuenta de que, para lograr una verdadera integración de los alumnos, debían ir más allá del aula. La discapacidad es un desafío social, y para sensibilizar a la comunidad, era necesario llevar sus proyectos a otros contextos. Por eso, organizaron actividades fuera de las aulas, como las realizadas en Santos Ochoa, donde los alumnos tenían la oportunidad de presentar sus proyectos y sensibilizar a la sociedad sobre la discapacidad. A través de actividades como la escritura creativa o los food trailers, en los que los alumnos creaban vídeos recomendando libros, no solo se les ofrecían nuevas oportunidades para crecer, sino que también mejoraba su autonomía y calidad de vida. Y lo más importante: el público tenía la oportunidad de reflexionar sobre la discapacidad.
La quinta etapa, la más innovadora de todas, ha retomado la palabra Belén Pérez, trajo consigo el desafío de abrazar la inteligencia artificial, que ya forma parte de nuestra vida cotidiana. La Fundación, siempre a la vanguardia, se propuso crear una plataforma inmersiva que permitiera personalizar el aprendizaje de los alumnos. Esta plataforma recogería los datos de todas las actividades realizadas, utilizando la inteligencia artificial para generar un feedback inmediato para cada estudiante. A largo plazo, su objetivo es crear entornos inclusivos e inmersivos de formación, como el metaverso, que permitan personalizar aún más el aprendizaje y mejorar la interacción entre alumnos y docentes.