Francisco Javier Álvarez Vega destaca en Huesca la necesidad de hablar sobre la muerte con naturalidad

"Lo importante no es lo que puedo hacer, sino lo que he vivido", considera

02 de Mayo de 2024
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Francisco Javier Álvarez Vega, en Huesca. Foto Mercedes Manterola
Francisco Javier Álvarez Vega, en Huesca. Foto Mercedes Manterola

Francisco Javier Álvarez Vega, experto en duelo y director del Centro de Escucha San Camilo (Tarragona), destaca la necesidad de hablar sobre la muerte con naturalidad para proporcionar un mejor acompañamiento a las personas que han perdido algún ser querido y están atravesando por una etapa dolorosa de la vida.

Bajo el epígrafe Hablando se entienden los duelos, ha impartido este jueves una charla en el Salón Azul del Casino de Huesca, donde ha recalcado la relevancia que tiene la empatía, el saber escuchar, respetar las emociones y no juzgar.

Con unos buenos apoyos, es menos complicado trascender la pérdida. "Pero primero debemos sensibilizarnos un poco sobre la muerte -estima-. No tenemos cultura de la muerte en España, no la entendemos como algo natural, cuando es siempre lo último que hacemos. Cuando viene un niño a la familia preparamos muchas cosas, o cuando nos casamos. Pero, sabiendo, realmente, que nos vamos a morir, no nos mentalizamos. Nos da miedo e inseguridad", sostiene.

"La muerte es segura y no duele", afirma. "Cuando uno está en el hospital, la parte física está atendida por los médicos. El dolor se puede quitar con medicinas, es la parte espiritual la que sufre y  ese sufrimiento puede desaparecer con acompañamiento,  la familia. Una persona puede morirse sin que le duela y en paz".

Francisco Javier Álvarez precisa que se está refiriendo a la mayoría de las muertes, que se producen en los hospitales o en entornos  seguros. Distintos casos son las que obedecen a accidentes, o suicidios, que, según su criterio, son las peores.

Se refiere a las personas mayores, para comentar que, por lo general, no quieren ser un estorbo para la familia, les duelen mucho todas las atenciones que normalmente se les tiene que prestar. "Hay que decirles: Mamá, sí, estás mal, te tenemos que cuidar, pero lo hacemos con mucho cariño, porque tú lo hiciste antes y te estamos muy agradecidos, nos diste la vida -pone como ejemplo-. Debe ser una conversación normal. A veces, como la muerte nos da mucho miedo, no sabemos muy bien qué decir. Se recomienda hablar con naturalidad, con sinceridad. Si la señora se está muriendo, no tiene sentido decirle: tranquila, mamá, que dentro de 15 días o un mes estarás como nueva. Eso es mentira y ella sabe que no es así. Se puede hablar de todas estas cosas, pero en positivo".

Asistentes a la charla de Francisco Javier Álvarez Vega. Foto Mercedes Manterola
Asistentes a la charla de Francisco Javier Álvarez Vega. Foto Mercedes Manterola

Francisco Javier Álvarez Vega señala que unas personas fallecen antes y otras, después. "Tengo 65 años, y he visto morir a muchas personas, algunas muy queridas por mi, más jóvenes que yo. Yo me puedo morir mañana, pero lo importante no es lo que puedo hacer, sino lo que he vivido. Si  mi biografía está bien, me marcharé en paz, aunque tenga 32 años".

La muerte es un asunto del que no se habla, que siempre se postpone, pero Álvarez Vega puntualiza que tampoco hay que vivir angustiado. "Mañana me puedo morir, pero también, no. Hay que vivir los días con naturalidad, pero sabiendo que en algún momento se acabará. Y, mientras tanto, voy a hacer bien mi papel, ser un buen sindicalista, ser una buena madre, cada uno el suyo. Estar bien con uno mismo es lo mejor que nos puede pasar".

En el proceso de duelo hay una fase que es la negación, hacer como que no nos importa, y otra estar todo el día desconsolado. "Llorar es sano y una protección, pero lo importante es compartir, verbalizar, poder hablar de los sentimientos que tienes con alguien que no te juzgue, que sea como un espejo".

Cuando pasan unos meses, a la persona que está sufriendo una pérdida se le prohíbe hablar de ella, porque puede resultar aburrida o desagradable. Por eso, los centros de escucha, como el de Javier Osés en Huesca, "les ofrecen sus oídos para que les puedan contar todo lo que quieran".

"No somos terapeutas, no hacemos de diáconos ni de psicólogos. Sabemos por lo que está pasando, aunque no lo estemos sintiendo en nuestro propio corazón,  pero podemos aportarle la ayuda necesaria para que esa persona, dentro de sí misma, encuentre los recursos necesarios para poder salir adelante, para poder restaurarse".

Sí desaconseja ese impulso irrefrenable de los mortales de dar consejos. "Tienes que salir, buscarte otro novio... Son mentiras. Hoy podemos cambiar de pareja, pero las personas son insustituibles, irreemplazables, porque somos únicas. Hay que tratar de ser empáticos, intentar entender qué les pasa, no marcarles normas. A un señor se le murió la mujer y no quitaba su bata de la habitación porque todavía olía a ella y  le daba cierta esperanza, conectaba con ella, de alguna manera. Si le digo que la tire, igual se queda fatal, ya verá él el momento de tirarla. Hay que intentar conseguir que hable de todas estas cosas para que no entre en un terreno patológico, que no le deje un sitio en la mesa ni que le ponga a Whatsapp. Cuando hay algo patológico, debemos derivarlo al profesional oportuno, porque los centros de escucha no son un tratamiento terapéutico, no nos corresponde, eso sería intrusismo profesional. Nosotros nos formamos, pero realizamos una labor de acompañamiento".

 

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