La conferencia comenzó con un relato creado por la Inteligencia Artificial sobre la irrupción de extraterrestres en un aula de los Antiguos Alumnos de la Universidad de la Experiencia de Huesca y concluyó en medio de las preguntas y las dudas precisamente sobre la irrupción de la IA y el control del ser humano, como precisamente ha puesto de manifiesto el pensador Yuval Noah Harari. Javier García Antón, director de EL DIARIO DE HUESCA, guió a los presentes en la Facultad de Empresa del Campus de Huesca por la historia de los bulos (con su definición de noticia falsa propalada con algún fin) desde el más antiguo que relata el Génesis, el engaño al que somete la serpiente a Eva e, inducido por ella, a Adán, finalmente desalojados del Jardín del Edén.
A lo largo de los siglos, se sucedían algunos significativos como el de César Augusto sobre Marco Antonio y Cleopatra, los libelos de sangre contra los judíos, la gran mentira de la Luna de 1835, el hundimiento del Maine, la fábrica de cuerpos para glicerina propagada en la I Guerra Mundial, la emisión radiofónica de La Guerra de los Mundos por Orson Wells, los infundios antisemitas en la Alemania nazi, la absorción de datos de Cambridge Analytics que facilitó el triunfo de Trump en 2016 o el falso abrigo de Balenciaga que nunca portó el papa Francisco en 2023.
García Antón explicó las diferencias de la información, la publicidad y la propaganda, y defendió que uno de los grandes ataques contra la deontología periodística es la intencionada confusión creada al introducir la opinión dentro del formato noticioso, que nada empecen para qued cada medio tenga su línea editorial adecuadamente enmarcada para dar claridad al lector. En el fondo, cada engaño desde medios de comunicación, clase política o grupos de interés socava el concepto de madurez de la audiencia, a la que se pierde el respeto. Se apoyaba en Kapuscinski y su máxima de que, "cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante".
A continuación, se adentraba en una explicación plausible que clarifica los comportamientos indeseados en el mundo de la comunicación. Los nuevos hábitos de consumo informativo han sido origen y desenlace de una realidad que ya no es crisis, sino una nueva etapa, con la decrepitud de los medios convencionales (sobre todo prensa), la exuberancia de las audiencias en los digitales (con esos 19,5 millones de usuarios únicos de El Español al mes, 3 millones de lectores diarios, dentro de un top diez donde todos superan los 12 millones frente a los 5 millones totales de lectores de los periódicos en España), el éxito de las OTT (Netflix, Amazon Prime, HBO...), la televisión más poderosa que es Youtube (2.500 millones de usuarios) y el uso individualizado de los podcast.
Esta realidad motiva la lucha por las audiencias, por la publicidad y también por la influencia, sobre todo de los medios escritos en la búsqueda de su supervivencia con las arcas institucionales gracias a la diversificación en los grupos con empresas tecnológicas, televisiones y otras líneas que se nutren de las administraciones en un alto porcentaje. Ejemplificaba con el caso Prisa sobre la disputa por el dominio de las líneas editoriales.

Ha negado que los periodistas tengan impunidad, con ejemplos como la reciente investigación a cuatro profesionales por el caso del Fiscal General del Estado, y ha recordado la importancia de la prensa en el descubrimiento de grandes escándalos como los casos Roldán, Juan Guerra, Bárcenas, Gurtel, el clan de los Pujol, Errejón-Monedero y Alfredo de Miguel (PNV), sin olvidar la catarata actual de actividad judicial en torno al poder.
En aspectos como la observación, el criterio, la lectura, la reflexión y el espíritu crítico para diferenciar fuentes y firmas, explicaba las claves para distinguir los bulos, que por cierto no sólo emanan de los medios de comunicación sino también de la propaganda de los partidos y de determinados grupos de presión. Y definía como un "mal negocio" la idea de criminalizar a los profesionales de la información como hacen líderes mundiales tan poco recomendables como Trump, Maduro, Putin, Xi Jinping, Kim Jon Un... En el fondo se está reproduciendo sistemáticamente la doctrina y técnicas de medios de masas de Goebbels.
En los tiempos actuales, más allá de las reales noticias falsas y de los bulos acreditados -puso ejemplos para distinguirlos-, hay también desde determinados ámbitos del poder una ligereza a la hora de la denominación con el objetivo de "tener bula" para actuaciones irregulares o ilegales que son negadas cuando son descubiertas. De ahí el título de la conferencia.
Y una última inquietud: ¿podrá ser la IA capaz de generar bulos? De su evolución, dependerá la respuesta, pero es presumible que en el momento en el que se entre en su fase tercera, la de la súper Inteligencia kArtificial, nada quedará descartado. Y en ese momento el humanismo será más imperioso que nunca.