El psico-oncólogo Héctor Olmedo ha reflexionado en un taller celebrado en Huesca sobre la manera de afrontar las experiencias difíciles durante las fechas de la Navidad y el primer paso sería cuestionarse qué es lo que cada uno desea realmente.
"Es verdad que a veces nos va a inundar un poco la emoción y a lo mejor no me apetece hacer nada, pero, dentro del panorama que tengo, ¿qué puedo hacer, qué es lo que sí que me apetece, qué cosas tengo que delegar, qué cosas no me veo?", ha planteado.
La Asociación Española Contra el Cáncer en Huesca ha organizado esta actividad, en el Centro Cultural de Ibercaja, al considerar que este periodo puede resultar particularmente doloroso para aquellas personas que han perdido a un ser querido y se encuentra en un proceso de duelo.
Héctor Olmedo ha subrayado la importancia de solicitar ayuda para tareas específicas cuando sea necesario y aliviar el estrés mediante el autocuidado. "Si yo no me veo capaz de llevar a los niños a la cabalgata de Reyes, se lo pido a un amigo. No hay que encerrarse, lo que no quiere decir que no se pueda pasar un tiempo solo".
Además, la tercera sugerencia se centra en la posibilidad de explorar aspectos más profundos de uno mismo, desarrollar la espiritualidad o el genio artístico.
El experto ha desglosado minuciosamente en su taller estrategias clave para afrontar el "síndrome de la silla vacía" y ha dividido la charla en tres partes fundamentales, en las que ha abordado la experiencia del duelo, la manera de acompañar a quienes lo atraviesan y la perspectiva crucial de los niños en estos momentos difíciles.
Desde la óptica de aquellos que enfrentan un proceso de duelo, Olmedo ha destacado la necesidad de normalizar las complejas emociones que surgen en medio de la festividad. "No se trata de estar bien de inmediato, sino de manejar el malestar de manera gradual", ha subrayado. La imposición social de la alegría navideña puede intensificar el dolor de la ausencia, ha advertido, y ha hecho hincapié en la importancia de permitir que el duelo siga su curso natural.
"¿Cómo va a llevar normalmente a estas fechas? Un poco se nos impone, socialmente, que tienes que estar alegre, que todo tiene que ser regalo, alegría, familia. Y, en ese momento, la herida que tú tienes te duele aún más, porque lo que está ausente está aún más presente todavía", observa.
"El proceso de duelo es una respuesta natural"
"Es fundamental entender que el proceso de duelo es una respuesta natural de la mente ante una pérdida irreparable", añade Olmedo. "Las personas, muchas veces, lo que hacen es suponer o intentar que la persona esté bien ya de primera. Pero tenemos que adaptarnos a esta nueva situación y eso implica cambios significativos".
El pisco-oncólogo ha advertido sobre el error común de querer animar a la persona en duelo desde una perspectiva externa, sin comprender verdaderamente sus necesidades. "En lugar de asumir, debemos preguntar qué es lo que la persona necesita en ese momento específico", enfatiza. "El duelo es un proceso cambiante, a veces necesitan desahogarse, otras veces, desconectar".
En cuanto a las fiestas, Olmedo ha destacado la importancia de no imponer obligaciones a quienes están de duelo, reconociendo que cada individuo atraviesa el proceso de manera única. "Proponer sin imponer es la clave. Respetar las decisiones de la persona en duelo, incluso si prefieren pasar estas fechas solos, es esencial para su bienestar emocional", ha subrayado.
En todo ese proceso, el especialista ha manifestado que es necesario acompañar de manera empática y comprensiva a aquellos que enfrentan el duelo. El proceso puede ser fluido y rápido, con cambios emocionales frecuentes, y hay que preguntar qué necesita la persona en cada momento. Hay que reconocer la complejidad del proceso y la necesidad de evitar suposiciones.
Forzar una perspectiva optimista puede resultar contraproducente, ya que el doliente puede sentirse invalidado. Olmedo ha destacado la importancia de permitir que la persona comparta sus sentimientos sin juzgar.
Asimismo, ha recordado que cada persona enfrenta el sufrimiento de la enfermedad y la muerte de manera única. Por ello, ha desmitificado también la idea de poner una fecha de caducidad al periodo de duelo. "Aunque la sintomatología aguda suele disminuir alrededor del año y medio, el duelo puede extenderse a lo largo de varios años", y ha agregado que "los primeros dos meses después de la pérdida suelen ser de shock, pero después, cuando la mente deja de anestesiarse, el dolor puede surgir intensamente".
Por ello, es fundamental brindar apoyo después de esos dos primeros meses, cuando la sociedad tiende a considerar que la persona debería estar bien, y ha insistido en la necesidad de entender el significado de la pérdida en la vida del doliente, reconociendo que factores como la duración de la relación y la importancia del fallecido impactan en el proceso de duelo.
"Un niño puede estar llorando un momento y al siguiente, jugando; es normal"
LOS NIÑOS
Con los niños hay que tener una atención también especial. "Lo primero es no ocultarles las cosas", ha destacado. Aunque reconoce que no siempre se puede explicar todo de la misma manera que a un adulto, se puede adaptar la información y explicar cómo serán las situaciones, como una Navidad más pequeña, por ejemplo. "El niño se adapta mientras se sienta querido", ha afirmado.
Olmedo ha advertido sobre el riesgo de ocultarles temas sensibles como la muerte y la enfermedad, ya que esto podría generar sufrimiento constante en ellos. "Los niños tienden a culparse de los problemas que no entienden", ha señalado.
Otra realidad es que los niños experimentan un proceso de duelo similar al de los adultos, pero sus reacciones son diferentes debido a su capacidad para estar en el presente. "Un niño puede estar llorando un momento y al siguiente jugando como si nada hubiera pasado. No hay que asustarse, es lo normal", ha asegurado.
Olmedo ha alentado también a no subestimar la capacidad de los niños para comprender y adaptarse a los cambios. "Ojalá todos pudiéramos ser un poco como los niños, con nuestro rato de llorar y enfadarnos, pero también nuestro rato de disfrutar y conectarnos con el presente", ha comentado.
El pisco-oncólogo también reflexionó sobre cómo la sociedad moderna ha desnaturalizado conceptos como la muerte, lo que, según él, origina mucho sufrimiento cuando las personas envejecen y enfrentan estas realidades sin haberlas comprendido en su juventud.
Antes de finalizar, Olmedo se ha referido a la importancia de vivir de cara a la enfermedad y la muerte desde temprana edad, y ha recordado que esta actitud era más frecuente antes en el medio rural y la salud mental, en consecuencia, era mejor.