Cada vez se vive más tiempo, pero no es fácil llegar a cumplir 105 años como Ángeles Lasala Begué, una cifra que la ballobarina ha celebrado este martes, 12 de noviembre, con la misma serenidad que siempre ha guiado su vida.
Parte de la familia se ha dado cita en este día especial en Candasnos, donde reside desde hace un tiempo con su hija Paquita, para obsequiarle con ese cariño incondicional que ella siempre les ha demostrado.
Aunque los años pasen, Ángeles sigue manteniendo una mente lúcida, capaz de recordar sus pasos por esta vida tan rica y extensa. Como cada mañana, se ha levantado en torno a las 9:30 y ha cumplido con sus rutinas. Ha ocupado su sofá, donde pasa el tiempo hojeando revistas y abanicándose, porque es muy "calurosa", y ha dejado que el día avanzara con calma.
Aunque sus alimentos deben estar triturados y el agua lleva espesante, Ángeles no necesita ayuda para comer. Los problemas de movilidad los resolvía hasta hace poco con un andador y ahora se sirve de una silla.
Su hijo Antonio la recuerda con ternura al pensar en su última hospitalización, hace apenas un año y medio, cuando una neumonía casi se la lleva de este mundo. Sin embargo, Ángeles, que siempre ha sido muy fuerte, superó aquel episodio. Pronto, incluso, dejó de necesitar el oxígeno que le habían recetado.
Antonio relata también algunos hitos de la vida de Ángeles, que trabajó mucho y realizó todo tipo de labores, lo mismo recoger fruta que algodón. Su madre murió cuando ella era aún una niña y su tío la llevó a vivir a Barcelona. Allí conoció a Fernando Guisado, natural de un pueblo de Extremadura, con el que tuvo cuatro hijos: Ángeles, Antonio, Francisca y Fernando.
El padre de Fernando era militar y fue destinado a Ceuta, adonde se fue a vivir toda la familia, incluidos Fernando y Ángeles. Allí nacieron sus dos primeros vástagos. Actualmente disfruta del amor de sus hijos y de siete nietos, cinco bisnietos y dos tataranietos, a los que se unirá otro que ya está en camino.
Después de unos años -Antonio tendría cinco o seis-, el matrimonio regresó a Ballobar y allí fijó su residencia. Fernando Guisado trabajó como cocinero en barcos de la Transmediterránea. Este oficio lo llevó a pasar largos períodos lejos de su familia, navegando en altamar mientras El amor de Ángeles falleció poco después de su jubilación, "muy joven", se lamenta su hijo.
Su madre ha sido una lectora voraz toda su vida. Hasta los 98 años leía libros extensos, hasta que un problema en los ojos le afectó la vista. “Siempre ha sido de izquierdas y republicana”, dice Antonio y recuerda cómo, en una ocasión, los Titiriteros de Binéfar fueron a visitarle y le regalaron un pin con la tricolor, que ella lució con orgullo durante mucho tiempo.
A lo largo de su vida, Ángeles ha sido una mujer tranquila, que siempre ha priorizado a su familia, deseando mantenerla unida a través de los años. “Es muy educada, siempre da las gracias por todo”, comenta Antonio.
También resulta enternecedora su empatía y compromiso. Antonio se refiere a un día que acompañaba a su madre a las consultas externas del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, cuando ya había cumplido cien años, y vio allí a unas enfermeras recogiendo firmas para mejorar las condiciones laborales. Ángeles les preguntó para qué eran y no dudó en estampar la suya.
A sus 105 años, Ángeles guarda con nitidez los recuerdos de su pasado, aunque los eventos recientes a veces se le escapan. Eso no le impide seguir interesándose por el mundo que la rodea. Hace poco, cuando se enteró de la tragedia de Valencia, no pudo evitar comentar a su familia lo terrible de la situación, sorprendida y apenada ante la magnitud de los daños, los coches arrastrados y las muchas víctimas.