Yon Cruzado nació en Perú y llegó a España en 1991, buscando nuevas oportunidades y un país más seguro para su familia. Tras vivir en Barcelona, donde casi construyó toda su vida, y en Irún, finalmente se estableció con su familia en Huesca, en 2021, e inscribió a sus hijos en la Facultad de Nutrición y Dietética.
Yon había ejercido como abogado y oficial de la Guardia Civil en Perú, y también estudió Dirección de Empresas en España, donde completó varias carreras y una maestría. Ha vivido en primera persona las dificultades que deben afrontar los emigrantes, pero nunca se ha arrepentido de su decisión.
En 2023, decidió realizar un viaje significativo en su autocaravana, un vehículo de 26 pies que se compró en Lérida y que se convirtió en su único compañero en una travesía única.
El sueño de Yon siempre fue tener un vehículo de este tipo y en 2019 se compró una en Lérida por 15.000 euros. Al principio, planeaba recorrer España con ella, pero sus compromisos laborales, que le llevaron a residir en Barcelona, Irún y, finalmente, Huesca, le hicieron desistir de la idea.
Aunque el vehículo no era nuevo -un modelo de 1996-, sólo había realizado unos 80.000 kilómetros, así que, desoyendo a aquellos que le decían que era una locura, decidió emprender la aventura de llevarla hasta su país.
El 22 de mayo de 2023 partió desde Huesca hacia Amberes (Bélgica) y, aunque pensaba que podría hacer el viaje en tres días, un contratiempo en Francia le retrasó.
Recuerda que en la autopista sufrió un pinchazo, una experiencia complicada pues la autocaravana es un vehículo pesado, de alrededor de 3,5 toneladas. Afortunadamente, pudo estacionarla de forma segura. “Fue un susto, pero con la ayuda de la grúa todo se solucionó rápido”, dice.
Finalmente, llegó al puerto de Amberes el 26 de mayo, lo que representó un retraso de un día respecto a lo planeado.
El siguiente destino fue Montevideo. Su autocaravana iba a ser transportada por un barco llamado Grande Nigeria en una travesía de aproximadamente 30 días, que le costó 3.500 euros. Para monitorear su situación, se hospedó en un establecimiento hostelero, donde podía seguir el progreso de la nave, que arribó a tierras uruguayas el 30 de junio.
Tuvo que pagar 900 euros para formalizar el papeleo y el 3 de inició el viaje a Perú, para continuar su recorrido, utilizando Google Maps como su guía principal.
Para viajar de Uruguay a Argentina, Yon compró un chip de teléfono de un operador local en cada país para poder mantenerse conectado y usar mapas sin problemas.
Después se dio cuenta de que cruzar los Andes en invierno era un "gravísimo error"
Llegó a la ciudad argentina de Salta y decidió que tenía dos opciones para continuar su viaje: ir por Bolivia o tomar la ruta hacia Chile, pasando por los Andes. Aunque recibió recomendaciones de los locales para no tomar el camino hacia Chile, pensó que era la ruta más directa y se decantó por ella.
Después se daría cuenta de que la alternativa elegida no era la mejor. Al llegar a Bolivia, le advirtieron que, debido a la época del año, era "un gravísimo error" intentar cruzar los Andes en invierno, sobre todo con una autocaravana. Le dijeron que, en verano, el cruce de los Andes era posible, pero en invierno las condiciones eran peligrosas, ya que solo las camionetas todo terreno especialmente equipadas podían atravesar esas montañas.
A pesar de las advertencias, Yon decidió seguir adelante, aunque con mucha precaución. Se encontró con más problemas al darse cuenta de que Bolivia es un país muy nacionalista, y las gasolineras no venden combustible a vehículos con matrículas extranjeras.
A pesar de esto, Yon logró encontrar una solución ingeniosa: pagó a los pobladores locales para que compraran el combustible en su nombre y lo transportaran en garrafas vacías.
Atravesó terrenos difíciles y de altísima altitud. En la cordillera de los Andes llegó a más de 4000 metros y a un punto donde el termómetro marcaba 10 grados bajo cero. "La situación se volvió aún más difícil, ya que el motor de la autocaravana tenía problemas para manejar tanto el frío extremo como el esfuerzo de las subidas. En ciertas zonas, el motor se recalentaba debido al esfuerzo, y en otras se enfriaba de manera excesiva", explica.
El frío también afectó al gas propano y al butano, que se congelaron, lo que dificultó aún más el uso de la calefacción y el sistema de cocina. Fueron momentos muy difíciles de desgaste extremo: viento helado, baches en la carretera y zonas de la ruta totalmente cubiertas por la nieve.
Mientras avanzaba por el altiplano, se encontró con paisajes que incluían animales como vicuñas y guanacos, pero la travesía se volvía más peligrosa a cada kilómetro debido a las condiciones del terreno y el clima.
Aunque todo esto fue un desafío, estaba decidido a seguir adelante, a pesar de que en esos momentos no sabía cuánto más duraría el recorrido hasta llegar finalmente a la frontera con Perú.
Yon Cruzado reflexiona sobre los momentos de desesperación y autocrítica que vivió durante su travesía. Después de una serie de contratiempos, como la rotura de la bomba de agua de su autocaravana en Argentina, y al sentirse cada vez más solo y vulnerable en el desolado altiplano boliviano, comenzó a cuestionarse sus decisiones. Se arrepintió de haber tomado la ruta directa a través de Bolivia, sin considerar otras alternativas como la ruta a través de Atacama y Chile.
En un momento, cuando se encontraba a 4.800 metros de altura en Potosí, un lugar sumamente frío, Yon reflexionó profundamente sobre lo peligrosa que era la situación. Se sentía desbordado y con un agotamiento extremo.
La sensación de falta de aire y la soledad del paisaje, rodeado por cimas blancas, se convirtió en una experiencia psicológica y física abrumadora. A pesar de que los paisajes eran impresionantes, el camino se le hacía interminable y tenía la sensación de que no avanzaba.
"La naturaleza es imparable, debemos respetarla"
Si algo le sucediera a su autocaravana, como una avería en el motor, no habría forma de salvación posible, ya que la zona estaba aislada y sin caminos adecuados para un vehículo como el que llevaba. Estaba poniendo su vida en peligro y aunque pudiera llamar a emergencias, nadie acudiría a rescatarle.
"Había cometido un error de cálculo al no considerar las dificultades del terreno" y ese pensamiento le llevó a entender que "la naturaleza es imparable, debemos respetarla".
Tras cinco días de incertidumbre en Bolivia, cruzando el frío y las carreteras solitarias, finalmente llegó a Perú, donde sintió una profunda sensación de alivio y satisfacción por haber logrado completar la travesía, pero habiendo aprendido la lección. De volver a embarcarse en otra aventura, planificaría antes el viaje con mayor detalle y lo haría en compañía. El riesgo asumido había sido demasiado alto.
La inmensidad de la naturaleza, el desgaste mental y físico, y la sensación de desesperanza que pusieron su resistencia al límite ya eran historia.
No obstante, no se ve en otra experiencia semejante. No cree que vuelva a rodar por terrenos tan inhóspitos, aunque se siente agradecido a su autocaravana por haber sido su refugio en los peores momentos.