Cientos y cientos de espíritus errantes se han congregado la noche de este sábado en Lupiñén. No se entendía por qué sonreían con sus aspectos terroríficos, pero se diría que llevaban el sufrimiento del más allá con alegría, que no resignación.
Les contaron que, de presentarse por estos predios, podían gozar de una fiesta llamada VI Marcha Senderista Teatralizada O Camín d'as Almetas, y que es una vieja tradición en la que todos los vivientes gozan como nunca. Eso sí, necesitaban mostrar sus oficios.
Así que, ya anochecido, el pueblo se ha llenado de ruidos estridentes, de oscuridades y luces sobrecogedoras que iluminaban rostros sin expresión ni luz, lóbregos, oscuros. Es la noche de ánimas en la que se manifiestan las almetas, los espíritus, con el itinerario adecuado con la ayuda de las velas.
Esta noche, organizada por el Ayuntamiento de Lupiñén-Ortilla y la Comarca de La Hoya, han sido muchas decenas, centenares, las almetas que han portado sus utensilios para demostrar sus oficios, ora de panaderos, ora de sanadores, ora de guardias civiles, o de carniceros, o de monjas, o de enfermeras, o de cantineros. Y han desafiado la oscuridad en un recorrido de tres kilómetros con la ayuda de luminarias tenues. En la escasez de luz, se reconocían entre ellos, son familiares.
En llegando a su casa, ha irrumpido en el balcón la Abadesa de Aniés con su discurso brujeril, que ha dado pies al recorrido entre hogueras, entre fosales y totons, con las almetas siempre simpáticas.
Han sido medio millar, esto es, quinientos, los que han trascendido lo etéreo para adquirir cuerpo carnal en una velada en la que el salón social ha congregado a los cuatrocientos inscritos y los 150 voluntarios que han dado buena cuenta de unas migas con huevo frito. Y, en torno a la música y la fiesta, efectivamente, han hecho buenas migas y ya van quedando para la séptima, que siendo el número de la suerte traerá almetas simpáticas y muy pero que muy evanescentes.