Monseñor Jiménez abre el Jubileo 2025, Esperanza de trascendencia y de mejora de un mundo en busca de sentido

La Eucaristía tras la apertura del Año Jubilar se llena de Peregrinos de Esperanza en San Lorenzo y Catedral con una homilía profundamente social y religiosa rematada por el anuncio de la Indulgencia Plenaria

DH
29 de Diciembre de 2024
Apertura del Jubileo 2025 en San Lorenzo y la Catedral de Huesca

"Abrimos solemnemente el Año Jubilar 2025 para nuestra Iglesia Diocesana de Huesca. Este rito es para nosotros el preludio de una rica experiencia de gracia y misericordia, siempre dispuestos a responder a cualquiera que nos pregunte por la esperanza que hay en nosotros. Especialmente, en estos tiempos de guerra y de tensiones. Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza, sea nuestro compañero de viaje en este año de gracia y de consuelo. El Espíritu Santo, que hoy comienza en nosotros y con nosotros esta obra, la lleve a término hasta el día de Cristo Jesús".

Monseñor Vicente Jiménez Zamora, administrador apostólico de la Diócesis de Huesca, ha abierto así el Jubileo 2025  en uno de los dos templos jubilares de la ciudad, la Real y Parroquial Basílica de San Lorenzo. Ha pedido, en esta reunión, en asamblea, al Altísimo que bendiga "el inicio de nuestra peregrinación tras la Cruz gloriosa de tu hijo. En este tiempo de gracia, venda las heridas de los corazones rotos, afloja las cadenas que nos tienen esclavos del pecado y prisioneros del odio y concede a tu pueblo la alegría del espíritu para que camine con renovada esperanza hasta la meta deseada".

Dos representantes de la junta de la basílica laurentino han recordado que bajo el signo de la esperanza el apóstol Pablo infundía aliento a la comunidad cristiana de Roma. "La esperanza también constituye el mensaje central del próximo Jubileo, que según una vieja tradición el Papa convoca cada 25 años. Pienso en todos los peregrinos de esperanza que llegarán a Roma para vivir el Año Santo y en cuantos, no pudiendo venir a la ciudad de los apóstoles Pedro y Pablo, lo celebrarán en las iglesias particulares. Queda pues ser, para todos, un momento de encuentro vivo y personal con el Señor Jesús, puerta de salvación. Con Él, a quien la Iglesia tiene la misión siempre de anunciar en todas partes y a todos como nuestra esperanza". En el corazón de toda persona, anida el deseo y la expectativa del bien, pero puede pasar de la confianza al temor y de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. "Que el jubileo sea para todos la ocasión de recrear la esperanza".

Su compañero de atril ha incidido en que la esperanza nace del amor y "se funda en el amor que brota del corazón de Jesús", porque, "si siendo enemigos fuimos reconciliados por Dios y por la muerte de su Hijo, mucho más ahora que estamos reconciliados seremos salvados por su vida, y su vida se manifiesta en nuestra vida de fe, que empieza con el bautismo, se desarrolla en la gracia de Dios, y está animada por la esperanza que se renueva siempre y se hace inquebrantable por la acción del Espíriltu Santo. "Con su presencia perenne... irradia en los creyentes la luz de la esperanza... para dar apoyo y vigor a nuestra vida. La esperanza cristiana no engaña ni defrauda, porque está fundada en  la certeza de que nada ni nadie podra separarnos nunca del amor divino". Una esperanza que hay que descubrir en los signos que el señor nos ofrece", interpretándolos a la luz del Evangelio.

PROCESIÓN HACIA LA CATEDRAL

Con el mensaje de la misión de hacer contagiosa la esperanza, los feligreses iniciaban la procesión hasta la Catedral entre cánticos con la Coral del templo catedralicio reforzada con otros intérpretes de coros oscenses. "Mira el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo", proclamaba mostrándola el arzobispo Jiménez Zamora, a lo que el coro replicaba "¡Venid a adorarlo!".

La seo, repleta, ha participado en serena concentración en  la Eucaristía presidida por monseñor Vicente Jiménez. En una celebración plena de gozo, el prelado ha recordado que la convocatoria del Jubileo parte de la bula Spes non confundit, La Esperanza no defrauda, "porque nada ni nadie podrá separarnos del amor de Dios". El propio pontífice abría este periodo en la Nochebuena en la Basílica de San Pedro. Este domingo, festividad de la Sagrada Familia bajo el lema Peregrinos de la Esperanza, todas las iglesias católicas inauguran el Año Jubilar.

CONTRASTE CON ESTE MUNDO

En la misa estacional, el administrador apostólico ha sostenido que "este Jubileo, que nos llama a vivir la esperanza, es un contraste con este mundo que está falto de esperanza. ¿Qué esperanza puede caber a los que sufren los horrores de la guerra o las calamidades del hambre o la pobreza, o nuestros hermanos que han sufrido los azotes de la dana en Valencia y otras regiones de España? Igualmente, en el mundo capitalista y consumista que es el nuestro, estamos faltos de esperanza y de sentido trascendente de la vida. Bueno es saber que hay vasos y agua para beber, lo malo es si no sabemos para qué sirve la fe. Hay quien llega sediento y ve el agua correr, y dice: la sed que yo siento no me la calma el beber".

Ha parafraseado a Benedicto XVI y su encíclica Spes Salvi en la que aducía que hay una crisis de esperanza y al Papa Francisco en la Fratelli Tutti en la que habla de las sombras de un mundo cerrado, con atropellos que marcan la sociedad de nuestro tiempo que parece conducir a la desesperanza. Por eso la esperanza es el mensaje central, Peregrinos de Esperanza, "porque vivimos en tiempos con personas desanimadas, que miran al futuro con pesimismo, con incertidumbre, como si nada pudiera ofrecerles la felicidad y el sentido".

Ha apelado a la liturgia de la palabra de la Sagrada Familia que encaja en el clima de esperanza. El nacimiento de Samuel en la primera lectura colma la esperanza de su madre, Ana, que era mujer estéril pero "Dios le llena de bendición concediéndole el hijo Samuel". Ella "sabe que Dios está presente allí porque la vida se convierte en un don, en un regalo: se lo pedí al Señor y me concedió un hijo, y yo ahora se lo entrego al Señor". Sobre el Salmo 33 que se ha cantado, es de peregrinación, ha agregado, como la que ha guiado de San Lorenzo a la Catedral.

Y específicamente ha aludido al Evangelio de San Lucas con el Niño Jesús perdido y hallado en el templo. "Pronuncia sus primeras palabras. ¿Por qué me buscábais? ¿No sabiais que yo debía estar en las cosas de mi padre?", replicó a José y María. Con este episodio, aunque no comprendieron plenamente lo sucedido, "lo acogieron con fe, convirtiendo la vida familiar de Jesús en una preparación para su misión". Las lecturas "nos interpelan recordándonos que nuestras familias deben ser un lugar de crecimiento, de gratitud, de transmisión de la fe, de la esperanza y la caridad".

Retornando al Jubileo, se ha apoyado en los signos de la Esperanza a los que se ha referido el Papa. "El primero es la misericordia de Dios, la capacidad de Dios para perdonarnos, su amor incondicional hacia nosotros para mantener viva la esperanza. Dios es nuestro padre, Dios nos quiere, Dios nos ama, Dios nos perdona".

Nuevamente ha apelado a la palabra de Francisco en su reclamación de la "condonación de la deuda de los países pobres, que cada vez son más empobrecidos. La liberación de los presos. La acogida de los refugiados emigrantes, que es algo muy propio del Jubileo ya en el Antiguo Testamento como vemos en el libro del Levítico en el capítulo 25. Un signo de esperanza también es la paz deseada en medio de un mundo en guerras, en conflictos y en tensiones".

Otro mensaje claro: "Apertura también a la vida humana. Hoy es el día de la Sagrada Familia y las familias deben estar abiertas a la vida y al amor. Sí, la vida humana, ante la disminución de nacimientos, ante las cunas vacías, especialkmente en los países ricos. Nacen más ricos en los países pobres. No argumentemos que cuesta mucho cuidar a los hijos. Si ponemos a los hijos en último lugar, nunca nacerán".

Otro signo de esperanza, ha agregado el administrador apostólico, es "el cuidado de los enfermos en nuestros hospitales, pero también en sus casas. El cuidado de los ancianos, de los mayores, de los abuelos, que nos han dado todo y, en ocasiones, los dejamos en la soledad o los enviamos a las residencias".

Uno más, los jóvenes, presentes escasamente en la Catedral. "Pero sed testigos de fe y de esperanza para vuestros amigos, para otros jóvenes, porque vosotros sois el presente ya de la Iglesia y de la sociedad, pero también del mundo y del futuro".

Ha defendido también como otro signo para la esperanza "el cuidado de la creación, la patria de todos, la tierra común. Cuidar del medio ambiente para asegurar un futuro mejor a las próximas generaciones".

Ha proseguido con un alegato por "el diálogo que tanto hemos practicado en el Sínodo sobre la sinodalidad, que no podemos olvidar porque el Sínodo no ha terminado, porque continúa, porque la Iglesia es constituamente sinodal. Somos caminos y somos peregrinos hacia el Reino".

Y ya el último signo de esperanza: "La oración, a través de la que los creyentes encontramos fuerza y consuelo, y mantenemos viva la esperanza incluso en tiempos difíciles, en los dolores, en la enfermedad, en las crisis, en las depresiones y hasta en la muerte".

LA INDULGENCIA PLENARIA

Monseñor Vicente Jiménez ha sostenido que el Año Jubilar es oportuno para ganar la Indulgencia Plenaria, "el perdón de las culpas temporales, de los pecados perdonados ya en cuanto a la culpa, pero que dejan sus secuelas. Ganar la Indulgencia Plenaria en los dos templos jubilares, aquí en la Catedral como templo principal y la Iglesia Parroquial y Real Basílica de San Lorenzo".

Para ello, hay que cumplir las disposiciones que ha fijado el administrador apostólico en el decreto que ha publicado. "Se nos invita a celebrar el sacramento de la penitencia, que nos asegura que Dios es misericordia, perdón, amor, ternura".

El 4 de noviembre, se emitía el decreto por el que se suprime plenamente la pena que se debe pagar por los pecados cometidos y confesados hasta ese momento. Los fieles verdaderamente arrepentidos, excluyendo todo afecto de pecado y movidos por el espíritu de caridad, podrán ganar la Indulgencia plenaria, cumpliendo las tres condiciones acostumbradas: Confesión sacramental, Comunión eucarística y Oración por las Intercesiones del Santo Padre.

También podrán ganarla las monjas de clausura, los enfermos, los ancianos, los reclusos y las personas que por causas graves no puedan salir de casa:

-Si tienen verdadero arrepentimiento de los pecados.

-Si cumplen las tres condiciones acostumbradas lo antes posible.

-Si se unen espiritualmente a las celebraciones jubilares, ofreciendo al Señor sus sufrimientos y oraciones.

Finalmente, el prelado ha deseado una santa y feliz vivencia del periodo jubilar. Y ha pedido que recemos para que la Iglesia a través de la Santa Sede provea de un "obispo y titular".