La microbiota -conocida durante mucho tiempo como flora intestinal- es un "nuevo órgano" compuesto por todas las bacterias que viven en nuestro cuerpo. Para tener una salud óptima, es fundamental que esté sana y equilibrada.
El Colegio de Enfermería de Huesca ha celebrado recientemente un curso para formar a sus profesionales en esta materia, con el fin de que tengan muy presente esta realidad y puedan procurar a la población los cuidados preventivos necesarios.
Rocío Cardeñoso Herrero y Natalia Constanzo Usán son enfermeras en Cantabria y tienen la consulta "Cuidados Integrales de Salud". Explican que, desde hace ya muchos años, se relaciona el intestino con el cerebro, el corazón y el pulmón, y cada vez hay más estudios que constatan que, cuando este órgano está dañado, aparece una serie de enfermedades. "Es fundamental tener un intestino con una microbiota compensada, diversa y muy cuidada para mantener un equilibrio en el resto de los órganos y de la salud", señalan.
Aclaran que las bacterias no se encuentran alojadas sólo en nuestro intestino, también se localizan en la boca, la vagina, en cualquier mucosa y en la piel.
"Nos hemos dado cuenta de que es un verdadero ecosistema que tenemos ahí, que convive con nosotros y tenemos que cuidarlo", añaden.
Esos factores que inciden negativamente tienen mucho que ver con nuestro estilo de vida. Un déficit de fibra, el exceso de estrés, tóxicos como el alcohol, el tabaco, otros ambientales como determinados detergentes, dormir mal, la reducción de la lactancia materna, o la falta de Omega 3.
"Nuestra microbiota es muy sensible y todo eso hace que vayamos perdiendo bacterias. Muchas enfermedades, incluido el cáncer, están relacionadas con una mala microbiota intestinal".
La labor de enfermería y de los sanitarios en general en este campo puede ser muy importante. "Cuando estamos atendiendo a una persona que tiene diabetes, hipertensión, cáncer, una enfermedad autoinmune, o una enfermedad inflamatoria intestinal es clave cuidar de la microbiota y se le puede recomendar una alimentación alta en fibra soluble, alimentos prebióticos, que haga ejercicio físico, un buen descanso y que controle el estrés. Todo eso va a hacer que se recupere y va a remar a favor de su salud".
Natalia Constanzo y Rocío Cardeñoso sostienen que los primeros 1.000 días de vida de una persona le procuran las cartas con las que va a jugar el resto de su existencia. Por ello, recomiendan que en la alimentación de los niños se introduzca en cuanto se posible la fibra soluble, muchos vegetales y hortalizas, alimentos fermentados como un buen queso, yogurt, kéfir, chucrut y pan con masa madre, "que es un prebiótico muy bueno".
Por el contrario, sería necesario desterrar de nuestra dieta los alimentos procesados y ultraprocesados, que son ricos en grasas saturadas, los azúcares y las harinas refinadas.
Se está investigando mucho sobre la microbiota, pero las pruebas para conocer su estado, de momento, no son accesibles desde el sistema público de salud, porque son muy caras. No obstante, hay factores que nos pueden hacer sospechar que no se encuentra en las mejores condiciones, como por ejemplo cuando hay un patrón de evacuación inadecuado, se nos hincha la tripa, sentimos cansancio, o aparecen determinadas señales en la piel.
Actualmente se trabaja la posibilidad de comercializar unos suplementos con heces, seleccionando las especies de bacterias concretas que generan un beneficio para determinadas enfermedades.
Todo este campo que se está explorando podría arrojar mucha luz para luchar contra las superbacterias resistentes a los antibióticos, que están generando un gravísimo problema a nivel hospitalario. "Se habla ya de que la antibioterapia de futuro se hará con bacteriófagas, bacterias buenas que se comen a las superbacterias y regulan su sobrecrecimiento".
Ante todo, recalcan, "las personas que toman diversos medicamentos deben tener en cuenta el daño que puede producirse y, en el caso del antibiótico, va a haber un efecto colateral siempre". Por ello, se les podría recomendar algún probiótico o algún alimento específico, recalcan.
Por último, Natalia Constanzo y Rocío Cardeñoso observan que las bacterias no sólo nos ayudan a digerir, sino que generan sustancias que necesitamos como la serotonina. "Hay estudios que relacionan la depresión con una disbiosis intestinal", explican y vuelven a poner el foco en la necesidad de llevar una vida saludable: "Están aumentando las enfermedades crónicas, el porcentaje en mayores de 16 años es de un 46 %".
Que aparezcan enfermedades ya en edades tan tempranas, tiene que ver también "con la falta de contacto con la naturaleza, de los niños pequeños con la tierra, que hace que el sistema inmunológico esté fuerte, con otros niños y con animales", algo que explica también el incremento de las alergias.