Cada 26 de julio se celebra el Día de los Abuelos, una festividad que rinde homenaje a esas figuras esenciales que enriquecen nuestras vidas con su amor y sabiduría. Esta fecha coincide con las festividades de San Joaquín y Santa Ana, reconocidos en la tradición cristiana como los abuelos de Jesucristo. La elección de este día tiene profundas raíces religiosas y culturales que subrayan la importancia de los abuelos en la sociedad.
Según los evangelios apócrifos, fueron los padres de la Virgen María, y por lo tanto, los abuelos de Jesús. Su devoción y piedad fueron reconocidas por la Iglesia, y su festividad se celebra el 26 de julio, una fecha que con el tiempo se ha asociado con el reconocimiento de todos los abuelos.
En 1969, el Papa Pablo VI incluyó oficialmente esta celebración en el calendario litúrgico, consolidando la conexión entre los abuelos y esta fecha especial.
EL PAPEL DE LAS ABUELAS Y LOS ABUELOS
Más allá del contexto religioso, los abuelos desempeñan un papel fundamental en las familias contemporáneas. Su influencia y presencia tienen un impacto profundo en el desarrollo emocional y social de sus nietos. Las abuelas y los abuelos son a menudo los guardianes de la memoria familiar, transmiten historias, valores y tradiciones que fortalecen la identidad y la cohesión familiar.
Los abuelos proporcionan una fuente invaluable de amor incondicional y apoyo. En muchas familias, especialmente en aquellas donde ambos padres trabajan, los abuelos asumen roles cruciales en el cuidado y la educación de los niños. Su experiencia y paciencia ofrecen un entorno seguro y estable para los nietos, facilitando un desarrollo más equilibrado.
En muchos casos, los abuelos también representan un puente entre generaciones. Su presencia puede fortalecer las relaciones intergeneracionales, promoviendo un entendimiento y respeto mutuo entre jóvenes y mayores. Este intercambio es crucial para el desarrollo de una sociedad más cohesiva y solidaria.
Hemos salido a la calle para preguntar a los oscenses si querían enviar algún mensaje de cariño a sus yayas y yayos, y nos hemos encontrado con mucho cariño y agradecimientos, "por sus comidas, sus propinas y sus conocimientos". Y también nos hemos encontrado con Elena, una abuela primeriza, que está viviendo esta experiencia absolutamente encantada. "La verdad es que es una maravilla, un disfrute cada segundo -ha comentado refiriéndose a su nieta-.. Es que no podemos pasar ni un día sin verla, aunque sea muy poquito rato. Es otra cosa diferente a lo de ser padre: los cuidas, los quieres un montón y, sin embargo, no tienes esa responsabilidad".