Paco Camino ha muerto: el día en que en Huesca se sacudió las zapatillas y se encaró espada en mano con el público

El diestro de Camas hizo el paseíllo por vez última en la Plaza de Toros de Huesca el 12 de agosto de 1982 y acabó en Comisaría después de una bronca descomunal

30 de Julio de 2024
Paco Camino en la plaza de toros de Huesca. Foto Carlos Jalle

Paco Camino ha muerto en el hospital de Navalmoral de la Mata a los 83 años, y como sucede en el "día de las alabanzas", todo han sido vítores para el gran torero de Camas. Por un lado, los reconocimientos taurinos, justísimos. Por otro, la parte rosa con sus tres viudas y sus cuatro hijos.

El maestro sevillano dejó también en Huesca, para la eternidad, tardes de gloria y admiración. Y, sin embargo, como todo escribano, también su borrón. Fue el 12 de agosto de 1982, cuando acabó en Comisaría al final de la lidia que compartió con Pedro Moya "Niño de la Capea" y José Antonio Campuzano. La crónica del día de Javier Gironella (con su seudónimo de Francisco de Falces) era concluyente desde el inicio: "Dio sensación evidente de que llegaba a la plaza de Huesca a cubrir el expediente, menospreciando a una afición que paga por ver torear, cuando no lidiar".

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Si ya se llevó una pitada con el que abrió plaza, con su bronco "pero no imposible de intentar sacarle algún partido" segundo se limitó a "cuatro muletazos por bajo para justificar su posterior actuación, al tomar la espada que dio origen a una lluvia de almohadillas que arreció con los fallos con el acero". "Cuando la res había sido apuntillada y el de Camas se dirigía al callejón, en el centro del ruedo se sacó las zapatillas y comenzó a sacudirlas, que se podría interpretar que el espada no quería llevar de Huesca ni el polvo, o que la afición no tenía categoría como para descalzarle".

El público montó en cólera y el diestro, dice la crónica, insultó al respetable según se desprende de la lectura de los labios. Quitándole el descabello, entró en el callejón con supuestasa intenciones agresivas y fue sujtado por miembros de su cuadrilla. Blandiendo el estoque, se encaró con un sector de barrera. No pocos aseguran que incluso lo lanzó sin atinar con carne humana alguna, y entonces la Policía se llevó a Camino y el mozo de espada (su hermano Rafael) retenidos. En primer lugar, fue conducido a la enfermería, donde el cirujano jefe, Fernando Lozano, observó contusiones y una intensa crisis nerviosa.

Tanto, que algunas fuentes aseguraban que Paco Camino contestó a los policías cuando le llevaban retenido que más les valdría, "en lugar de detener a una persona honrada, capturaran a terroristas", aunque posteriormente acompañó a los agentes tras recapacitar y pidió disculpas.

Aquel día, Nueva España. El Periódico de Huesca titulaba en portada "Paco Camino toma el pelo al público oscense". El propio Felicísimo Gómez Sanjuán, comisario jefe provincial de Policía y presidente de la corrida, afeaba la actitud del matador que provocó "una fenomenal pita" en el primero y en el segundo "no intentó dar ni un solo muletazo", por lo que dieron un aviso a los cinco o seis minutos "al ver la actividad pasiva del torero".

El escándalo fue de órdago. Hasta las 10:45 horas de la noche no salió de Comisaría Paco Camino, y los testigos (el torero Fermín Murillo y los hermanos Lumbierres entre ellos) aseguraban que había quedado apesadumbrado. El comisario estimaba la sanción en un tope de 500.000 pesetas, aunque finalmente la ley de Orden Público se sustanció en 25.000 pesetas que algunas fuentes aseguran que no abonó.

Paco Camino, en el burladero de la Plaza de Toros de Huesca. Foto Carlos Jalle

El arrepentimiento no tardaría en llegar, aunque con matices. En una entrevista, se ofrecía a torear un festival a beneficio de las peñas. Defendía que el toro era imposible y que "la gente quiere que uno se cuelgue de los pitones o le metan en la enfermería. Esto no es así. El toreo es una cosa más seria, más tranquila... y para mi gusto el público no ha estado bien".

Posteriormente, en Madrid agregaba: "Me quité las zapatillas sin tratar de ofender a nadie". "Llevaba los pies llenos de barro. Las sacudí, pero me las volví a poner". Más en frío, su interpretación fue, cuando menos, peculiar: "Lo que ocurre es que, desde que ha llegado esto de la democracia, todo el mundo se cree con derecho a tomarse la justicia por su mano cuando se piensan perjudicados en algo. Es la primera vez que yo piso una Comisaría, y que me ocurre algo parecido en veintitrés años que llevo de matador -de toros".

Sin duda, ha sido uno de los episodios menos agradables del hoy finado Paco Camino, que negaba la actitud de "dejar que te coja un toro para que la gente se divierta. Eso no es así". Descanse en paz el maestro de Camas y repose un recuerdo tan truculento en la Plaza de Toros de Huesca.

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