La presencia de un ciudadano que prácticamente de manera diaria deposita arroz junto a los árboles y maceteros entre la calle Cabestany y el convento de Santa Clara causa malestar en el vecindario al apreciar que los granos son ingeridos por palomas, que como es bien sabido representan un problema sanitario por su súper población en la ciudad de Huesca.
De hecho, en la capital oscense el Ayuntamiento tiene ubicadas en azoteas planas de distintos edificios unas jaulas-trampa en las que anualmente vienen a caer entre 3.000 y 4.000 palomas que posteriormente son sometidas al proceso que contempla la ley de bienestar animal.
El articulo 129.2 de la Ordenanza Convivencia del Ayuntamiento de Huesca apunta que "se prohíbe dar alimentos a los animales en las vías y/o espacios públicos, también en los portales, ventanas, terrazas y balcones y en los ríos. Está especialmente prohibido facilitar alimentos a los gatos y palomas".
Aunque ha habido una versión absolutamente errónea de que una bolsa de compra de una mujer se había roto y se habían desprendido granos de arroz, lo cierto es que es recurrente la actitud de este individuo que, seguramente con tan buena intención como malos efectos, adquiere tres o cuatro paquetes de kilo y voluntariamente va depositándolo por las bases de los árboles y maceteros a los que acuden las palomas.
Al final, la aglomeración de estas aves constituye un problema higiénico de primer orden y también para la propia conservación de diferentes elementos arquitectónicos (por la proliferación de sus excrementos oxidantes), por lo que el control de la población es fundamental. El engorde de las palomas es tan inconveniente que, como sostiene el concejal de Servicios Generales y Medio Ambiente, constituye objeto de sanciones que en cualquier caso son leves.