¿Por qué recelamos de las personas con esquizofrenia? Acabemos con los estigmas

El psiquiatra oscense Javier Olivera afirma que hay "mucha exageración" sobre la agresividad de los enfermos mentales graves

01 de Septiembre de 2022
Javier Olivera Pueyo.

Aunque se nos llena la boca con palabras como integración, normalización, tolerancia o inclusión, somos capaces de salir corriendo si en la puerta de enfrente reside una persona con una enfermedad mental grave. Lo reflejaba muy bien el cortometraje dirigido por Santiago Requejo “Votamos”, en el que una comunidad de vecinos se planteaba si un inquilino que padecía de esquizofrenia debía vivir o no en el mismo edificio que ellos. La historia está basada en un hecho real, que inspiró al realizador.

El psiquiatra oscense y secretario de la Sociedad Española de Psicogeriatría, Javier Olivera Pueyo, asegura que hay “mucha exageración” sobre la agresividad en las enfermedades mentales graves. “Es muy, muy poco frecuente -indica-, se asocia más al uso de drogas y tóxicos que a la propia enfermedad mental. Lo que ocurre es que, cuando se produce un acto agresivo en el contexto de una enfermedad mental, el hecho se convierte en noticia”.

El doctor subraya que, sin embargo, “la gran mayoría de los delitos que ocurren cada día en España no son cometidos por enfermos mentales, ni las agresiones ni las violaciones ni los robos ni los asesinatos. Por el contrario, la persona con enfermedad mental grave es más bien candidata a sufrir agresiones, maltrato y burlas”.

Esa vulnerabilidad aumenta también el riesgo de estas personas al suicidio, mucho más alto que en la población general. “Se deprimen por sus propios síntomas (delirios y alucinaciones), porque ven que no pueden realizar lo que ellos querrían. Porque, a los veintitantos años se les trunca la vida, los estudios, las relaciones de pareja. Si en la población general hay aproximadamente un suicidio por cada 10.000 personas al año, en estos pacientes los casos se multiplican por diez”.

Centro Especial de Empleo Arcadia, de la Fundación Agustín Serrate. 

UN ABORDAJE INTEGRAL

La esquizofrenia es la enfermedad mental grave que más se conoce, aunque como concepto todavía sigue en plena evolución. Los expertos aseguran que no se trata de una sola patología, sino que confluyen varias bajo esta denominación. De hecho, su tipología va cambiando en las clasificaciones psiquiátricas. Hace unos días, el 16 de agosto, se celebró el Día Mundial.

Se caracteriza porque se producen trastornos del pensamiento (ideas delirantes), de la sensopercepción (alucinaciones) y, a veces, de la cognición y otras funciones superiores. Suele cursar con frecuencia por brotes con síntomas psicóticos y en algunos casos “genera una discapacidad importante en el ámbito social, familiar, laboral y de ocio, por lo que hay que atender todas esas esferas para tratar de recuperar esas funciones básicas”.

Los síntomas iniciales son insidiosos, suele aparecer primero un cambio de conducta, tienden a aislarse y a desconfiar del entorno, se sienten extrańos. Luego ya aparecen los síntomas psicóticos.

La esquizofrenia requiere de un tratamiento psicofarmacológico con antipsicóticos, pero, sobre todo, “todavía es mucho más importante el tratamiento de los aspectos funcionales y rehabilitadores”, observa Javier Olivera.

Por eso, aunque algunas personas pueden llevar una vida normal, en los casos graves se requieren pisos supervisados o algún tipo de unidad residencial rehabilitadora como el centro de rehabilitación psicosocial Santo Cristo de los Milagros en Huesca. “Hace falta un abordaje integral -destaca el doctor Olivera- y mucho apoyo, porque estos pacientes tienden a la cronicidad, y frecuentemente a la discapacidad”.

Aproximadamente un 1 % de la población padece esquizofrenia. Javier Olivera explica que es “sólo un poquito” más frecuente en hombre que en mujeres y también suele aparecer algo más temprano en los varones, entre los 20 y los 25 años, frente a los 25 a 35 en las chicas.

Los fármacos que se recetan ahora tienen cada vez menos efectos secundarios, aunque pueden provocar afecciones neurológicas y físicas. Son también frecuentes los pacientes con sobrepeso y quienes abusan del tabaco y el alcohol. “El abuso de tóxicos, de drogas, también complica el pronóstico de la enfermedad y la hace aparecer de manera más temprana”.

LAS CAUSAS

Existe una predisposición genética a padecer esquizofrenia y un componente biológico, pero el componente ambiental es “muy, muy importante”, recalca el doctor Olivera. “Influye mucho el entorno familiar, el consumo de drogas, ser una persona vulnerable, haber sufrido acontecimientos traumáticos especialmente en la infancia, problemas de desvinculación… No hay una causa única”.

Y, una vez que aparece, no puede curarse, pero se puede cronificar, como ocurre por ejemplo con la diabetes. “Con ese abordaje integral, hay personas que pueden tener un alto rendimiento. Conocemos la película Una mente maravillosa, de un hombre al que dieron el Nobel de Matemáticas y tenía esquizofrenia”, observa Olivera.

El Hospital Universitario San Jorge acoge un Hospital de Psiquiatría de Día.

HUESCA, RECURSOS ACEPTABLES

Partiendo de la premisa de que “siempre se puede mejorar”, el doctor Olivera considera que, comparativamente con el resto de Aragón y con las comunidades españolas, Huesca dispone de unos servicios completos para atender a las personas que padecen esta enfermedad.

Cuando en tiempos se hablaba de “locura”, en realidad se estaban refiriendo a personas, sobre todo, con esquizofrenia, con ideas delirantes, con alucinaciones, que les colocan en “otra” realidad. En los años 80, se produjo la reforma psiquiátrica en España, cuyo objetivo era propiciar que estas personas pudieran vivir en la comunidad y no requiriesen de una institucionalización prolongada; y, en el caso de que fuera preciso, que los centros fueran de puertas abiertas. Los servicios actuales, explica Javier Olivera, no tienen nada que ver con lo que en su día fueron los hospitales psiquiátricos y antes los “manicomios”.

Huesca cuenta con unas unidades rehabilitadoras en el centro del Santo Cristo de los Milagros, antes un hospital psiquiátrico que, a principios de 2000, “llevó a cabo una acertada transformación” con las transferencias de Sanidad a las comunidades autónomas. "También tenemos estructuras rehabilitadoras concertadas con la Fundación Agustín Serrate, con Arcadia, que tienen el triple abordaje comunitario que es Centro de Día, talleres ocupacionales y pisos supervisados".

El Hospital Universitaio San Jorge incluye una Unidad de Agudos, "que es un apoyo para los enfermos que requieren de una atención urgente en situación muy grave". Y las unidades de salud mental que hay en los centros de salud "funcionan bastante bien, aunque se están saturando y no precisamente de esquizofrenia, sino por problemas de adaptación, de ansiedad, de depresión, de trastornos mentales comunes. Hay que trabajar en esto, para intentar que estas unidades se puedan dedicar un poco más a los enfermos mentales más graves”. 

Asimismo, existe también un Hospital de Día de Psiquiatría en San Jorge que apoya la función rehabilitadora-recuperadora del resto de unidades. El objetivo final es que las personas con esquizofrenia "alcancen la máxima funcionalidad y bienestar en un entorno comunitario integrador".

¿CÓMO DEBO ACTUAR?

Hablábamos al principio de este articulo, del recelo que nos provocan las personas con enfermedades mentales graves (el “estigma”). El desconocimiento, sin duda, explica muchos de estos temores. Nos referíamos también a cómo han evolucionado los antiguos manicomios a hospitales psiquiátricos y, actualmente, a centros de rehabilitación psicosocial. Habrá que dar un nuevo paso y terminar, de una vez, con los estigmas y el rechazo. “Es todo muy social y cultural, lo que hemos leído, las películas que hemos visto, lo que hemos escuchado, lo que se nos ha transmitido… Cuando los estudiantes o los médicos en formación acuden a las unidades de psiquiatría a veces lo hacen con cierta inquietud o incluso temor y luego no se irían porque les cogen a los pacientes un cariño y se establece una relación terapéutica especial. Son personas que necesitan mucho afecto, mucha comprensión, y hay que acercarse a ellos con actitud positiva y sin miedo. Hay que escucharlos, ver qué nos cuentan, intentar ayudarles. Tratarles con tranquilidad, con sinceridad y con la dignidad que merecen. Sobre todo -enfatiza Olivera-, con mucho respeto. Porque además pueden también aportarnos mucho en muy diferentes aspectos”.

Demos más pasos. Sigamos avanzando hacia la normalización.