Para los cofrades, está siendo Semana de Pasión y días de dolor. La ilusión amasada durante los últimos doce meses se ha desvanecido con la lluvia que ha obligado a la suspensión de las procesiones de Lunes Santo, Martes Santo y la madrugada de Viernes Santo. Nada menos que seis si tenemos en cuenta que la del Encuentro es la confluencia de la Dolorosa con el Cristo del Perdón.
Y es que al borde de la medianoche se ha anunciado la suspensión de una de las manifestaciones más bellas y místicas de la Semana Santa oscense. Esa maravilla en la que, partiendo de Santo Domingo y San Martín el Señor y la Catedral la virgen, se encuentran en la plaza de San Pedro para la experiencia maravillosa de la reflexión en torno a las Siete Palabras, el canto de la Hora Mística y el Stabat Mater con el Coro Ars Nova de Conrado Betrán.
Dos procesiones en una que han sido nonatas, como sucedió el lunes con el Cenáculo y el Prendimiento, y el miércoles con la Enclavación y el Nazareno. Las cofradías Salesiana del Santo Cáliz, del Prendimiento, de Santiago y de Nuestro Padre Jesús Nazareno se han quedado en puertas de desfilar su fe, devoción y amor por la Semana Santa.
Sólo se ha podido procesionar el Domingo de Ramos, el Cristo de los Gitanos, el Cristo Atado a la Columna con San Viator y la Coronación de Espinas con la Cofradía de la Preciosísima Sangre.
El cielo que se abrió ante el momento en que expiró el Cristo ha sido adverso a la Semana Santa de Huesca y no es previsible que vaya a ser bonancible ante la Procesión del Santo Entierro o incluso la del Resucitado. Esta vez, la procesión, mejor expresado que nunca, va por dentro.