Hoy, paralelamente al esnobismo de la Gastronomía en Occidente, hay quienes, en la comprensión de que la estructura de la boca indica la clase de alimentos que se necesita para sobrevivir, y encaminados hacia niveles superiores de conciencia, buscan comprender y satisfacer las necesidades reales de sus cuerpos, comer en armonía con su constitución, su condición hereditaria y su “clima interior”; han reinterpretado el comer primario —cuando se tiene hambre—, el comer sensorial —de acuerdo al deseo de los sentidos—, el comer emocional —asociado a la tradición, la infancia, la madre—, el comer intelectual —justificado en teorías sobre calorías, proteínas, fibras, grasas y minerales—, el comer con conciencia social —teniendo en cuenta los productos locales, los cultivos biológicos y la buena calidad—, y el comer ideológico —siguiendo creencias, disciplinas o filoso-fías—. Ellos confirman para sí los efectos de las Leyes Energéticas Universales.
Las categorías del comer hacen parte de una cadena de coordinaciones: potenciación e inhibición de “ruedas energéticas” en el organismo; cocción y regulación de alimentos; almacenamiento, germinación, crecimiento, maduración y cosecha de las semillas; y, más allá, parafraseando a la medicina tradicional china, están ligados a 5 elementos o fuerzas de la naturaleza que, a su vez, se nutren y se controlan en pro del equilibrio. Agua, madera, fuego, tierra y metal se generan y se transforman gracias a la “energía” del universo y a su flujo: el “Tao” oriental, una suerte de “Motor inmóvil”, en términos aristotélicos.
En la comprensión de la “alimentación energética”, la alimentación naturista supone pensar de forma global, cocinar de forma local, valorar y disfrutar el acto de cocinar, estar presente en el “ahora” de las necesidades del organismo, escuchar la intuición y los mensajes del cuerpo, observar las emociones y generar armonía con uno mismo; un conocimiento “de sí” que implica cocinar “para sí”. Entender los efectos de la alimentación en los estados y cambios de ánimo marca diferencia con quienes, al comer, sólo han aprendido a paliar desequilibradamente las necesidades físicas, las emocionales o las mentales. La sinergia de la cadena energética se constata en la caracterización que hace de los alimentos la medicina tradicional china, según su energía intrínseca (calientes, templados, neutros, frescos y fríos), su sabor (ácidos, astringen; amargos, drenan; salados ablandan; dulces, suben la energía), su color (rojos, revitalizan; amarillos, equilibran; verdes, desintoxican; negros, tonifican; blancos, purifican), según el tropismo del “meridiano” que impacten (pera, pulmón; espinacas, hígado; castañas, corazón).
Es así como la alimentación naturista busca reconciliarse con el orden original, sostener el principio vital; confirmar que somos energía que hace, de sí misma, la primera… y la quintaesencia.