Ramón y Cajal: sus tres dimensiones para transformar el mundo

Jiménez Schumahcher, Pérez Trullén y José María Serrano desvelan la transversalidad cajaliana en un homenaje del Instituto de Estudios Altoaragoneses en la DPH

15 de Febrero de 2023
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Alberto Jiménez Schuhmacher, José María Serrano, Pérez Trullén y Juan Blas Pérez Lorenzo, antes de iniciar el acto sobre Ramón y Cajal
Alberto Jiménez Schuhmacher, José María Serrano, Pérez Trullén y Juan Blas Pérez Lorenzo, antes de iniciar el acto sobre Ramón y Cajal

"Se ha dicho hartas veces que el problema de España es un problema de cultura. Urge, en efecto, si queremos incorporarnos a los pueblos civilizados, cultivar intensamente los yermos de nuestra tierra y de nuestro cerebro, salvando para la prosperidad y enaltecimiento patrios todos los ríos que se pierden en el mar y todos los talentos que se pierden en la ignorancia". La expresión textual del Nobel ha sido el final de la conferencia de Alberto Jiménez Schuhmacher en el Acto de Homenaje a Ramón y Cajal en la primera plana de la DPH.

José María Pérez Trullén, jefe de la Sección de Neurología del Hospital Royo Villanova, Alberto Jiménez Schuhmacher, investigador ARAID en el Instituto de Investigación Sanitaria Aragón, y José María Serrano Sanz, catedrático de la Universidad de Zaragoza, han revelado la transversalidad de Santiago Ramón y Cajal que confluye en su concepto de transformación del mundo y de España. El director del Área de Biomedicina del Instituto de Estudios Altoaragoneses, Juan Blas Pérez Lorenz, ha dirigido el acto que ha sido abierto por la vicepresidenta de la Diputación Provincial, Elisa Sancho.

Elisa Sancho introduce el acto
Elisa Sancho introduce el acto

Tres visiones distintas y complementarias para una personalidad riquísima, la del Nobel de 1906 que Pérez Trullén ha comparado con otro genio aragonés, Francisco de Goya y Lucientes, con el que comparte importantes rasgos que explican que los dos personajes fueron unos adelantados a sus tiempos. Sobre ambos ha sentado sus contextos histórico-social, médico, artístico, de genialidad y de personalidad-psique. Dos referentes a los que la gloria les llevó pronto, pero tras su muerte también pereció el reconocimiento durante años. Ambos, ha agregado el doctor, sembraron su formación en Zaragoza, estuvieron marcados por la enfermedad (el pintor por la sordera que le permitió desarrollar la imaginación por su capacidad visoespacial y el científico porque una tuberculosis en Panticosa le hizo plantearse su futuro), desplegaron sus habilidades artísticas pioneras (Goya potenció la litografía y Santiago la aprovechó), "supieron ver, comprendieron e interpretaron"; exhibieron capacidad para el retrato psicológico y compartieron rasgos: voluntad ante la adversidad, coherencia, inconformismo, curiosidad, audacia, flexibilidad, reflexión-intuición y espíritu soñador como se perfiló tanto en el Capricho 43 del artista plástico y el autorretrato fotográfico del científico.

Además de la autoexigencia para aprovechar los recursos, los dos demostraron un "patriotismo de raza", con el lema de Cajal "patria chica, alma grande". Un patriotismo culto, y es que Ramón y Cajal aseguraba que el problema de España era la formación, la educación, no estaba en el fútbol sino en la ciencia. Goya y Cajal recogieron la inspiración en la naturaleza y criticaron el fanatismo religioso, la superstición y la falta de formación "Observar sin pensar es tanto como pensar sin observar".

Pérez Trullén, en su intervención
Pérez Trullén, en su intervención

Dos grandes personajes con "libertad e independencia de criterio": "de dóciles y humildes, salen santos, pero no sabios". Perpetuaron su creatividad artística intacta hasta el final. Goya, ya con 82 años, perfiló un dibujo precioso de un viejecito encorvado. Ramón y Cajal, con la misma edad, estaba concluyendo un importante trabajo".

Pérez Trullén ha concluido con una máxima de Ramón y Cajal: "La vida de los grandes hombres se prolonga cuando se continúa dignamente la labor que ellos emprendieron".

ENTRE DISCÍPULOS Y SABIOS

Alberto Jiménez Schuhmacher ha expuesto fundamentalmente la forja como científico de Santiago Ramón y Cajal, la influencia de su estricto padre, don Justo Ramón Casasús, un hombre formado a sí mismo que se empeñaba en que su hijo fuera médico, sus pasos formativos por Larrés, Valpalmas, Jaca y Huesca, el eclipse de sol que dibujó en 1860 que auspició su gran interés por la naturaleza y el escarmiento de su padre colocándolo como mancebo y zapatero. Don Justo acabó regalándole huesos para enseñarle anatomía desde un punto de vista peculiar, no como estructura sino por la función que desempeñaban.

Tras la llamada a filas, ya en Zaragoza, descubre el microscopio, un invento que fue para él providencial. El matrimonio con doña Silveria, la cátedra de Valencia y un episodio de cólera ante el que su habilidad le reporta la remuneración por la Diputación Provincial de Zaragoza de un microscopio de última generación, clave absolutamente para su evolución.

Alberto Jiménez Schuhmacher
Alberto Jiménez Schuhmacher

Las investigaciones de Santiago Ramón y Cajal avanzan a velocidad de crucero, con su gran descubrimiento de que las células son individuales y, aunque estén en contacto, no son contiguas. Se centra en el cerebro y estudia embriones de pollo por su mejor accesibilidad y continuidad. Tras una feliz publicación en una revista científica que pone las bases de la neurociencia moderna, su presencia en el Congreso de la Sociedad Anatómica de Berlín abre las miradas de los más prestigiosos investigadores.

Sus esfuerzos obtienen recompensas como el Premio Moscú o el Nobel. Todo llegaba a golpe de esfuerzo y con un foco: "Transformar la sociedad", ha explicado Jiménez Schuhmacher. El joven científico ha hecho un alegato en defensa de la inversión en la ciencia y, particularmente, en la investigación sobre el cerebro gracias a la evolución neurotecnológica. Ha recordado que el propio Obama entendió su importancia al respaldar el programa BRAIN promovido por el neurocientífico español Rafael Yuste. Todo tiene su base en Ramón y Cajal, que sostenía que "la mayor gloria de un maestro no es conseguir discípulos que te sigan, sino sabios que te superen". Creó el altoaragonés de crianza escuela que bien podría haber propiciado a España más premios Nobel.

COMPROMETIDO CON SU PAÍS

El catedrático José María Serrano ha disertado sobre "el compromiso con su tiempo y con el país" de Santiago Ramón y Cajal. "Un patriotismo no de declaración, sino de acción". Su nombradía, que creció tras ser nombrado Doctor Honoris Causa en Cambridge, hizo que Emilia Pardo Bazán lo definiera como "el único sabio popular de España".

La crisis de 1898 la hace profundizar en la conciencia de que "hemos tenido que hacer mal las cosas" y se convierte en un "regeneracionista que empieza a actuar". Fue, de hecho, un prócer de la restauración.

Serrano ha aludido a sus responsabilidades en la gestión al hacerse cargo desde 1920 del Instituto Alfonso XIII, así como las Becas para investigadores, convencido de que hay que mandar gente fuera para que se formen y traer gente de fuera a España. El ministro Amalio Gimeno le nombró presidente de la Junta para la Ampliación de Estudios que dirigió hasta sus últimos años.

A la gestión y el compromiso, se sumó la tentación política. Segismundo Moret le tentó con un ministerio que no aceptó (afortunadamente porque el presidente del Consejo de Ministros apenas duró medio año". Luego, Canalejas le nombraría senador vitalicio, escaño que ostentó hasta el golpe de Primo de Rivera. Capaz, por su criterio y su coherencia, de ser partidario de los aliados en la Guerra Mundial a pesar de sus amistades con alemanes y a la vez de reclamar la libertad para Besteiro, su funeral derrochó simbolismo, y es que en aquel convulso octubre de 1934 le flanquearon Negrín por un lado y Primo de Rivera y Queipo del Llano por otro.

 

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