La pensadora, creadora de contenido y activista Raque Ogando, integrante de la plataforma Feministas por la Justicia, Raquel Ogando sostiene que el feminismo solo logra transformarse cuando se conecta con la lucha de clase y las condiciones económicas de la población trabajadora. En su opinión, "las derivas identitarias y punitivas del feminismo hegemónico" pueden ser utilizadas por el capitalismo para mostrar una imagen ética sin cambiar las estructuras de poder. Para ella, la emancipación real de las mujeres depende de políticas distributivas, de la solidaridad entre hombres y mujeres de la misma clase, y de recuperar un enfoque colectivo frente a la desigualdad.
Ogando ofreció este jueves 9 de octubre una charla en el Salón Azul del Casino titulada “¿Son incompatibles el feminismo y la lucha obrera?”, en un acto organizado por la Universidad Ciudadana de Huesca. Fue su presidente, Miguel Escartín, quien presentó a la ponente.
En su intervención, Ogando defendió que el feminismo hegemónico actual “ha perdido su raíz de clase” y que su deriva identitaria “puede ser instrumentalizada por el capitalismo para ofrecer una imagen ética sin modificar las estructuras de poder”.
La ponente, que también tenía en su agenda visitar Graus y Campo, explicó que el objetivo de su exposición era replantear la aparente distancia entre el movimiento feminista y el movimiento obrero, y analizar cómo el discurso de la izquierda “ha desplazado el foco de las relaciones económicas hacia las emocionales y sexo-románticas”. Según señaló, su propósito era “abrir un debate racional y coherente sobre cómo articular un discurso político que represente tanto a mujeres como a hombres de clase trabajadora”.
Ogando recordó que el colectivo Feministas por la Justicia se define como un grupo de “mujeres y hombres anticapitalistas en defensa de la igualdad social y de la justicia con garantías para todas las personas”. En esa línea, defendió que “la compatibilidad entre feminismo y lucha obrera depende de cómo se defina el feminismo”, insistiendo en que el problema no es de principios, sino de enfoque.
FEMINISMO IDENTITARIO
En su análisis, Ogando calificó al feminismo hegemónico o liberal como “profundamente identitario y segregador”, especialmente por su insistencia en los llamados “espacios seguros”.
Retomando las tesis de Nancy Fraser, apuntó que muchos movimientos feministas han pasado de reclamar “políticas de distribución” —como el reparto de la riqueza— a centrarse en “políticas de reconocimiento”, orientadas a la visibilidad y la representación simbólica. Este cambio, explicó, “abre la puerta a la instrumentalización capitalista del feminismo, al legitimar el modelo económico con una apariencia ética y progresista”.
Ogando denunció la "androfobia y criminalización de los hombres"
Ogando alertó además de la "androfobia y criminalización de los hombres" en ciertos sectores del movimiento, lo que calificó como “procesos inquisitoriales” y “condenas inmediatas” sin análisis de clase ni contexto.

Recordó que el origen histórico del feminismo está vinculado a las luchas laborales y de propiedad, y evocó el incendio de la fábrica textil Triangle Shirtwaist en Estados Unidos como símbolo del feminismo obrero: “El color morado recuerda a aquellas mujeres trabajadoras que murieron encerradas en su puesto de trabajo”, señaló.
También criticó el papel del movimiento Me Too, al considerar que fue “protagonizado por mujeres de clase alta con acceso al poder mediático”, alejadas de los problemas materiales que afectan a las trabajadoras. Apoyándose en Bell Hooks, subrayó que “los movimientos interclasistas acaban siendo determinados por la élite, que centra el debate en intereses emocionales o sexuales y no en la igualdad económica”.
FEMINISMO DE CLASE
Como alternativa, Ogando defendió la necesidad de un feminismo socialista o de clase, que identifique al capitalismo como el enemigo común, y no a los hombres de la misma clase social.
Citó a la teórica marxista Clara Zetkin, quien sostenía que “las mujeres proletarias deben luchar junto a los hombres de su clase para eliminar los privilegios del capitalismo”. Según Ogando, esa alianza permitiría recuperar la dimensión colectiva y solidaria del feminismo: “Debemos entender que las mujeres tienen más en común con los hombres de su clase que con las mujeres de una clase superior”.
En esta línea, reivindicó que las políticas distributivas son, en sí mismas, feministas, y puso como ejemplo la subida del Salario Mínimo Interprofesional impulsada por Yolanda Díaz, al considerar que “redujo la brecha salarial de género porque había más mujeres que hombres cobrando por debajo del umbral anterior”. Para Ogando, “la riqueza está masculinizada y la pobreza feminizada”, por lo que los avances reales en igualdad pasan por medidas económicas, no penales.
Frente a lo que calificó de “populismo punitivo”, advirtió que “centrar el feminismo en el aumento de penas no transforma el sistema”, y reclamó “un enfoque distributivo que ataque las raíces materiales de la desigualdad”.

HUMANISMO FEMINISTA
En otro bloque de su intervención, Ogando abordó el debate sobre la presunción de inocencia y su relación con la deriva punitiva del feminismo. Criticó lo que llamó “la dogmatización del discurso”, al convertir el lema “yo sí te creo” en un principio incuestionable: “Se ha producido una deshumanización del hombre, y eso también deshumaniza a las mujeres”, advirtió.
Recordó las declaraciones de la ministra María Jesús Montero, quien consideró “inadmisible que la presunción de inocencia esté por delante del testimonio de las mujeres valientes”. Según Ogando, esa afirmación provocó “una respuesta unánime de todas las asociaciones de jueces y fiscales, tanto conservadoras como progresistas”, en defensa del principio jurídico fundamental.
Citó además la carta “¿Soy una mala feminista?”, de Margaret Atwood, para subrayar que “reconocer la humanidad de las mujeres implica aceptar que también pueden mentir, manipular o actuar con crueldad”. En su opinión, “el feminismo que niega esa complejidad niega la libertad moral de las propias mujeres”.

ENFOQUE MEDIÁTICO
Por último, Ogando lamentó que los principales partidos españoles “se hayan dejado arrastrar por el sensacionalismo mediático en torno a la cuestión sexual”, olvidando la perspectiva de clase en sus políticas feministas. A su juicio, “la izquierda debe recuperar el discurso materialista” y priorizar las condiciones económicas de vida, en lugar de los debates morales o simbólicos.
La charla concluyó con un llamamiento a replantear el feminismo desde la solidaridad de clase, reivindicando un movimiento “mixto, racional y humanista” que devuelva el foco a la justicia social.