En el Santuario de Loreto, la Romería de los Siete Lugares ha recuperado su sentido original, el que se atribuye a un voto o una promesa que debió obedecer seguramente a una epidemia o a una época de carencia de lluvias. Acabamos de transitar por una pandemia (el viernes, sin ir más lejos, se declaró el fin de la emergencia sanitaria mundial) y la sequía es palmaria, por lo que 2023 retorna a los orígenes y otorga causa primigenia a esta peregrinación en la que se congregan las gentes de Yéqueda, Banastás, Chimillas, Cuarte, Huerrios, Banariés y Alerre.
El templo ha ofrecido una imagen estupenda, propia de las grandes celebraciones de los siete pueblos, con la prédica de don Javier, que ha alentado a todos a orientar la vida cristiana hacia todas las actitudes y acciones de nuestro devenir cotidiano, a orar para invocar a las precipitaciones de agua y a hacer de nuestra exigencia un prodigio de convivencia. San Gregorio mediante, todo es posible. Acompañaba el Grupo de Jota Alborozo dirigido por Toño Julve que, no conforme con las piezas tradicionales de una Misa Baturra, han cerrado con una composición alusiva a los Siete Lugares, para alborozo de todos.
En las primeras filas, las autoridades de las siete localidades, en esta ocasión capitaneadas por el munícipe de Chimillas Miguel Torres, además de ediles de Huesca (Ramón Lasaosa, Roberto Cacho, Cristina de la Hera y Antonia Alcalá). Después de la liturgia, la comunión que es un aperitivo en buena fraternidad, y posteriormente cada pueblo ha organizado sus propios encuentros en torno a la mesa, con buenas paellas en los casos de Chimillas y Banastás, al decir de sus representantes.