Ha lucido preciosa la Ermita de las Mártires Santa Nunilo y Santa Alodia esta espléndida mañana de Santa Águeda que, en los dos oficios religiosos -a las 17 horas será el último- a las 11 y las 12, ha estado repleto de feligreses que han disfrutado de la rehabilitación del templo en las obras de consolidación y reparación que lo han dejado listo para el culto después de una inversión de 66.956,61 euros.
Especialmente en la Misa de las 12, que ha concluido con la veneración a la reliquia de Santa Águeda -cuya advocación se concreta en el calendario este 5 de febrero-, ha estado a rebosar hasta la misma placeta, con los penitentes orgullosos de comprobar, más allá de los arreglos estructurales, la reposición de la pintura del interior de la nave que dará paso en otra fase al saneamiento y reparación de las fachadas con un acabado final que unifique el conjunto de la ermita.
Además del reparto de las "teticas de Santa Águeda" a razón de una unidad para quienes pasaban a adorar la reliquia, en una carpa instalada por el Ayuntamiento las voluntarias han vendido 1.500 unidades, tal es la tradición de la santa de la castidad, la pureza y la entrega a Dios, tal es la voluntad de celebración por parte de las mujeres a su patrona.
El sacerdote ha recordado que el nacimiento se lo disputan entre Catania y Palermo. "Su martirio tuvo lugar en Catania, donde su tumba tuvo veneración secular". Esta joven de rica e ilustre familia había decidido consagrarse a Cristo y eludió las tentativas para contraer matrimonio y "perder su virginidad". Quintiano, un varón consular, llevado de la lujuria y la avaricia, la "deseó y pensó que podía vencer la resistencia de la joven, y, al no conseguirlo, aprovechó la persecución desatada contra los cristianos para mandar su arresto y hacerla comparecer ante sí".
Una vez en manos de los perseguidores, "se encomendó a Cristo nuestro Señor, único dueño de su corazón y le pidió la gracia de poder vencer en la gran batalla que se le avecinaba". Se la envió a una casa de prostititución llevada por una mujer de duro corazón que intentó seducir y pervertir a la joven. Al mantenerse firme en su "fe y su virtud", compareció nuevamente ante el juez. Ha recordado un bello diálogo entre el magistrado y Águeda: "Le pregunta el juez:
- ¿De qué condición es?
- Soy de condición libre y de familia noble, como prueba la condición de todos mis parientes -replica Águeda.
- Si eres libre y noble, ¿porque llevas la baja vida de una esclava? -vuelve a inquirir el juez.
- Yo soy esclava de Cristo y por eso de condición servil -responde con valentía.
- Si tu fueras de verdad libre y noble, no te abajarías a tomar el nombre de esclava -sostiene el magistrado.
Y Águeda contesta: "La nobleza suprema consiste en ser esclavos de Cristo".
Consecuencia de este diálogo, primero la torturan y luego le cortan los pechos, "y milagrosamente sanará en la prisión, pero volverán otra vez a la carga. La tumbarán encima de un colchón de vidrios y justo cuando la van a matar, hay un fuerte temblor de tierra y mata a los verdugos y seguidamente muere ella".
Al final de la Eucaristía, Rodolfo Prieto ha realizado la bendición de la caridad y ha comenzado la adoración a la reliquia de Santa Águeda con reparto de "teticas" de la santa. Fuera, bajo una carpa del Ayuntamiento, la venta de este tradicional producto iba viento en popa y se iban a alcanzar las 1.500 que se habían dispuesto. Y es que Santa Águeda es mucha Santa Águeda y, multiplicada la celebración de las mujeres por la reapertura de la ermita, la alegría demandaba una celebración como Dios manda. Nunca mejor dicho.