Vacaciones en Paz. Dos conceptos asumidos, aparentemente inmarcesibles y, sin embargo, expuestos a los vaivenes del capricho, en un caso, y de la arbitrariedad e injusticia en uno. Sin duda, el segundo esencial para el ser humano, imprescindible para entenderlo en su integridad del libre albedrío, esto es, de la libertad. De los derechos universales. De las democracias. Sólo hacía falta asomarse la tarde de este viernes al salón de actos del IES Pirámide y escuchar a la presidenta de Alouda, Ruth Franco, para apreciar que son muchos los semejantes que han sido brutalmente despejados de esa condición. Para percibir en las sonrisas brillantes de 40 niños, y en la mirada anhelante de las familias que los acogen, la necesidad irrenunciable de presionar a nuestros gobiernos para devolver la dignidad vital al Sáhara, a ese pueblo que vive en campamentos precarios desde hace 48 años. Desde que España renunció a su responsabilidad y les dejó al albur de la satrapía marroquí, que hoy les somete a una guerra.
Los cuarenta pequeños habían llegado al mediodía al aeropuerto de Zaragoza, todavía lejos de los 50º que ellos acostumbran a soportar. Horas después, tras el aseo imprescindible favorecido por los miembros de la Asociación Alouda, aparecían relucientes en el salón, donde les esperaban las familias, los representantes de organizaciones de personas con discapacidad y las autoridades: Carlos Campo, subdelegado del Gobierno, Carmen Luesma, delegada territorial de la DGA, y las concejalas Marta Escartín (Servicios Sociales) y Sonia Latre (Juventud). En el uso de la palabra, Ruth Franco, la presidenta de Alouda, que recordaba que "los niños son embajadores del pueblo saharaui", de forma inconsciente pero no por ello menos legítima. Que está bien acogerlos desde el 7 de julio hasta el 23 de agosto (murmullos porque les hubiera gustado una estancia ás prolongada), pero que es preciso conocer de dónde vienen, de dónde viven. Cómo sus familiares y vecinos padecen, mientras ellos disfrutan aquí de sus vacaciones, instalaciones de luz en precario (incapaz de soportar un simple ventilador), falta de agua corriente, carencias nutricionales agravadas por el encarecimiento de las materias primas.
Y recuerdan en Alouda la responsabilidad de España como potencia administrativa, y que es el último país del mundo sin completar el proceso de descolonización. Y que España, en sus acuerdos con Marruecos, mira hacia otro lado mientras el Sáhara Occidental sufre la condición de autonomía del reino alauí, nada sospechoso de apego a cualquier atisbo democrático. Ahí escuchan el relato de Ruth Franco las familias venidas de Fraga, y de Jaca, y de Barbastro, y de Alerre, y de Huesca, de todos los puntos de la provincia. Y los 35 niños que, a partir de los 8-9 años, van a disfrutar de las comodidades de sus viviendas y de la calidez que las convierte en hogar. Y otros cinco pequeños estarán en entidades coordinadas por Cadis Huesca. Lleva la asociación desde 2006 con esta hermosa visión voluntaria, desinteresada, admirable.
Alouda se ha convertido en un apostolado civil de la necesidad de atender a esta emergencia perpetua que dura 48 años. Las Vacaciones en Paz que se difunden en toda España con actividades divulgativas en colegios, carteles y todos los espacios en los que se cuela su altavoz constituyen una herramienta para procurar los dos grandes objetivos: dar un respiro de bienestar a niños que respiran diariamente la precariedad cuando no la miseria y fundamentalmente, poner luz sobre la realidad tozuda e incoherente de la vida en campamentos de refugiados que, por definición, son asentamientos temporales. En 2025, "celebraremos" los 50 años de una de las páginas negras de España, sometida en su cobardía por la presión de Marruecos. "Es muy fuerte, siguen en guerra desde 2020. Necesitan médicos y nutricionistas. No tienen aporte alimenticio de valor. Comen poca proteína, sólo legumbre y arroz", afirma Pilar Abió, de Alouda.
Los niños son plenamente conscientes de que llegan a territorio de promisión, de oportunidades. "Saben que vienen y que van a volver, pero estos dos meses les van a ayudar mucho y no se va a cortar la acción al acabar". Recuerda Pilar Abió que los mayores (en torno a 12 años) llevan ya tres o cuatro veranos en el programa. "Este año hay muchos niños de 8 o 9 años".
ESOS EXTRAÑOS ARTEFACTOS
Dos meses de aprendizaje continuo y mutuo. Los niños montan en los ascensores y para ellos se convierte en una atracción de feria que sobrecoge y divierte. Los anfitriones se instruyen en la lección de la ingenuidad primaria. Van a las piscinas que, aun en humildad para nosotros, se les antojan un resort. Les encanta el agua a la vez que les asusta, es un medio que desconocen y un recurso escasísimo". Los pequeños se adaptan muy bien, "aunque todo les choca. Ellos tienen casas de adobe, jaimas, todo es necesidad". Al final de estos periodos vacacionales han llegado a pedirles incluso que les regalen un grifo. En su inocencia, creen que detrás de este utensilio hay siempre agua.
Y de paso, siempre presente, la tarea sensibilizadora. "Lo principal, más allá de ayudar a estos pequeños a disfrutar de su infancia aunque sea por poco tiempo, es dar a conocer la causa saharaui. Hay una parte social en Alouda, pero también una política de apoyo al país, de exigencia del referéndum de autodeterminación. 173.000 saharauis están en campamentos. Mal el Gobierno español, pero tampoco la ONU ayuda. Renueva las resoluciones año tras año y todo sigue igual para los saharauis. Si las organizaciones internacionales no ayudan, si no les dejan decidir, seguirá el expolio de sus recursos naturales por Marruecos".
Agrega Pilar Abió que los saharauis están "encantados con la ciudadanía española, saben que les ayudamos muchísimo". Su decepción es con el Gobierno español.
Los ciudadanos del Sáhara conocen la labor de Alouda. "Saben que aquí los niños viven un sueño. Tantos años viniendo a España, ya no les resulta extraña nuestra labor. Funciona el boca-oreja, conocen a chicos que han venido y además lo explican en redes sociales. Fundamentalmente son las mujeres con las que hablamos por videoconferencias para explicarles cómo han llegado los niños y lo que vamos a hacer, porque los hombres están en guerra. Las madres quedan tranquilas y agradecidas. Curiosamente, tienen móviles y ven todo".
En este proceso de adaptación, todo les sorprende a los pequeños. Musulmanes de religión, no pueden comer cerdo, pero disfrutan de un producto que han visto por los móviles y por fin está al alcance de ellos: la coca-cola.
Las familias les llenan de afecto, estén en ciudades o pueblos. El día a día, hasta el 23 de agosto, se irá paulatinamente rodeando de normalidad, que es una suave senda hacia el cariño. Todo son cuidados, comenzando por la prescrita revisión médica de comienzo. Se les incluye en la tarjeta sanitaria de quienes les acogen y se les realiza un examen pediátrico. La vista, los oídos... Si es preciso corregir o comprar algo, lo reciben. Van cambiando la alimentación. Hablan español a pesar de la influencia en el Sáhara Occidental del "hassanía", una derivación del árabe.
No quieren pensar en el momento de la marcha. Ni las anfitrionas, ni las criaturas. Pero en la inmensa mayoría de los casos luego seguirá la relación hasta el reencuentro. No hay pautas, pero sí mucha voluntad. Los hay que envían alimentos continuamente, o cestas solidarias.
APOYOS Y COLABORACIONES
Alouda ha llegado a recibir hasta 50 niños en la provincia de Huesca. La pandemia trastocó la tendencia ascendente, aunque de nuevo se ha iniciado la recuperación. El Gobierno de Aragón abona el vuelo y las familias tan sólo pagan la manutención. De la asociación, a su llegada, reciben los niños unas chancletas, un pantalón y una camiseta. De cuenta de las familias corre la ropa y el calzado en los que no escatiman.
En Barbastro, como el año pasado en Jaca, habrá un encuentro de todos con actividades lúdicas. Una jornada de convivencia que está planteada para el 29 de julio, con atractivos lúdicos para los pequeños.
Cuando llegue el ocaso de las Vacaciones en Paz, volverán a reunirse en el IES Pirámide para que los famiiliares conozcan cómo hay que preparar al niño para la marcha, cómo hacer los paquetes, maletas o bolsas. Empezará a asomar una cierta nostalgia, "pero aquí todos saben que en el Sáhara está una familia a la que quieren y que es la suya", afirma Pilar Abió.
En el momento de la partida, Alouda proseguirá con su proyecto que incluye un programa de actividades intenso para recaudar dinero con el que aliviar la situación del Sáhara. Son doscientos socios que generan actividades como una acción de poesía con creadores saharauis, otro de cooperación al desarrollo con cabras para gente afectada por las minas antipersonas, ferias a las que acude la asociación para sensibilizar, charlas en los colegios, la ya enraizada presentación de un documental en la Muestra de Cine Realizado por Mujeres de Huesca... "Nos dejamos ver", afirma Pilar Abió, agradecida a quienes apuestan por la causa. Al Ayuntamiento de Jaca que es de los pocos en tener institucionalizado el 0,7 % de ayuda al desarrollo, al barrio del Perpetuo Socorro con aportación de medicinas, a los colegios que recogen dinero, a la Diputación y a otros consistorios, a los farmacéuticos.
Alouda es mucho más que un organizador de Vacaciones en Paz. Es pedagogía social sin barreras ni fronteras. Una forma de vida consistente en la entrega, "todo lo que das te lo das, todo lo que no das te lo quitas", que escribe Alejandro Jodorowsky, la meditación compasiva que ha guiado a Mathiew Ricard a ser considerado la persona más feliz del mundo. Un método para combatir la miopía que nos ensimisma. La que no nos deja ver las sonrisas de teclado de piano de estos 40 niños que, desde el viernes, son de los nuestros. Y lo serán siempre.