Wilson Ascensio deja una parte de su corazón en Siétamo para vivir con ilusión una nueva etapa en Berbegal

Este 27 de noviembre se producirá el cambio de parroquia

16 de Noviembre de 2022
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Wilson Ascensio Callejas ha calado profundamente en la vida de los vecinos de Siétamo y los pueblos aledaños. Su labor pastoral se ha prolongado durante 13 años, tiempo suficiente para conocer a todos su feligreses y acompañarles en algunos de sus momentos más felices y también en los más tristes. Y la profundidad de esos sentimientos les han unido mucho.

Este domingo 27 de noviembre, asumirá su labor como párroco en Berbegal, Lagunarrota, El Tormillo, Peralta de Alcofea, Laluenga, Laperdiguera, Monesma de San Juan y Morilla, tras los recientes cambios aprobados en la Diócesis de Huesca por el obispo, Julián Ruiz Martorell.

El colombiano llegó a España en 2002, a propuesta del sacerdote de su país José María Alonso, y realizó su formación eclesiástica en Zaragoza y Huesca. Su ordenación diaconal se produjo en diciembre de 2008, en la parroquia de Santiago donde había trabajado como seminarista, y el 28 de junio de 2009 adquirió el rango de sacerdote.

Le asignaron las parroquias de Siétamo, Antillón, Aguas, Arbaniés, Bespén, Blecua, Castejón de Arbaniés, Ibieca, Labata, Liesa, Panzano, Santa Cilia de Panzano, Torres de Montes y Velillas. Además, ha sido delegado de Pastoral de la Salud, y capellán del Hospital San Jorge de Huesca y del Centro de Rehabilitación Psicosocial Santo Cristo de los Milagros.

"Esto es un proceso normal en la Iglesia, el Código de Derecho Canónico siempre recomienda que haya un cambio más o menos cada 7 años, porque ayuda  a dinamizar las comunidades y a nosotros mismos. Lo vemos como algo positivo, lo que no quita que cojas cariño a los lugares donde estés, a la gente, y que en cada cambio dejes una parte de tu corazón", explica.

En esta etapa de la vida que cierra ha atendido muchas realidades, "muchas circunstancias de personas concretas" a las que ha querido. "Somos humanos, tenemos una forma de hacer y de trabajar, que imprime un carácter a la hora de acercarte a la gente. He participado de los acontecimientos de sus vidas, tanto de los alegres como de los dolorosos, por eso los cambios te dejan un sabor agridulce: da tristeza dejar estos pueblos, pero tienes la ilusión de ir a otro sitio a aportar algo positivo y sabes que detrás de ti viene otro compañero que puede seguir haciendo una buena labor. Este dinamismo ayuda a que la gente crezca en su fe".

Wilson Ascensio considera que las parroquias que deja han hecho gala "de un gran sentido religioso", aunque pone el acento en las dificultades que tienen que superar estos núcleos afectados por la despoblación, sobre todo los situados al pie de la Sierra de Guara. "Se van muriendo los mayores y las casas se van cerrando. Otros necesitan cada vez más atenciones que aquí no tienen. La mayoría de la población tiene una residencia fija en Huesca y todo esto influye en sus dinámicas sociales, sobre todo en invierno, y la realidad religiosa no es ajena. Al menos, se siguen manteniendo las fiestas religiosas, las tradicionales más emblemáticas, las romerías y fiestas patronales. Esto es una característica muy propia de los pueblos, aunque los jóvenes son los más reacios a participar de una manera activa".

No podría destacar cuál ha sido su momento más feliz en estos últimos años, porque 14 pueblos con todos sus vecinos le han proporcionado muchísimos recuerdos que seguramente serán imborrables. Y siempre llevará en su corazón a sus parroquianos como una gente "amable, cariñosa, siempre disponible y creyente".

 

 

 

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